Nueva joya del género, donde una vez más el genio de un director y guionista, Carpenter, sorprende con una idea sencillamente espeluznante.

Trata sobre una maldición que posee un pequeño pueblo costero, y que pasados 100 años la maldición aparece para cobrar su precio escondido en la niebla.

El guión es original, no tanto el tema central de la maldición, algo muy socorrido en este tipo de películas, pero sí en el hecho de cómo se consuma y el medio que utiliza la maldición en sí para conseguir su objetivo, la niebla. Nos muestra un elemento natural, hasta ese momento poco interesante, pero qué por su alo de misticismo y de oscuridad, consiguen de la mano de Carpenter acongojar y asustar al más valiente marinero de agua salada.

Pero no todo van a ser alegrías, existe un punto crucial durante su desarrollo, que se le escapa al bueno de Carpenter, y es el pueblo, cuando está todo decidido, la historia cambia de rumbo, igual cosas del presupuesto, pero algunos planos de conmoción, y algunas secuencias de pánico generalizadas hubieran venido más a la par, a la vez que le daba sentido a la secuencia de la gala centenaria.

Destacan varias actuaciones, pero más que nombrarlas, lo emocionante de está película es ver la juventud de los mismos actores, unos en su apogeo, otros despuntado, realizando unas interpretaciones a la par de lo que se les pide, siendo correctas.

Los efectos, lo dejamos en lo que son, efectos de los ochenta, mucho que objetar a día de hoy, poco a antaño.

Disfruten de la película, pero mucho más de la idea y de un genio del género.