La relación pecaminosa de una mujer y un niño, salpicada de dulces sabores placenteros, dulces momentos para el recuerdo del infante a través de las palabras, conducidos por la lectura de los clásicos, salpicando de entusiasmo y risas los momentos, llenos de colores pasteles, con imágenes cálidas y afectivas, dejando a su paso el dulce aroma de un romance, prohibido y fatídico, con final trágico predicho.

El paso del tiempo deambula, el joven crece, la mujer envejece, pero la verdad se descubre, el temido y odioso pasado se revela, los sentimientos se ponen de manifiesto, las dudas afloran, los miedos se apoderan de los pecaminosos y las preguntas se repiten una y otra vez, ¿era amor o sólo sexo?

Lo mejor, lo más atractivo es Winslet, la mujer, pecaminosa, con un cuerpo altivo y sensual, malvada, manufacturada por las circunstancias, circula por la pantalla, con báculo y corona, como reina única e indiscutible. Merece halagos, premios y dulces críticas por su trabajo.

Recomendable de ver, de visualizar, disfrutar, para apreciar el amor, el de juventud, lleno de espinas y sinsabores.