Orson, pocas veces te he comprendido. Orson me caes fatal, rara vez me ha gustado un trabajo tuyo. Te considero, en tu vejez, un aprovechado saciado por el apetito mundanal de los placeres de una vida de excesos, pero reconozco que en esta película estás que te sales. Tu actuación es oscura, dura, de un solitario en busca de un barco en el cual zarpar, de esas actuaciones que hacen escuela, y todo ello acompañado de un guion negro, lleno de suspense, donde nada es lo que parece, bajo tu atenta mano que va captando momentos, primeros planos llenos de tragedias y miradas, con una mano firme, dejando a la vista aquello que deseas que veamos y poco más, porque detrás se mueve el mundo, a otro ritmo, pero real.

No lo niego, me ha gustado el film, me ha encantado el giro argumental, me han maravillado esos primeros planos, me ha atraído esa fotografía, pero lo sólo una cosa me ha enamorado del todo, y es la frase esa que dice "al final no quedó ningún tiburón". Se nota que lo tenías claro desde un principio. Bravo por ti, Orson, por fín veo esa chispa que todos decían ver y yo, mundano, no he visto hasta hoy, aunque no era una chispa, es un punto negro dentro de la luz.