Si Peter Jackson se dio a conocer como un friki director neozelandés en 1987 con la película "Mal gusto", que viene a ser la hija espiritual de "Terroríficamente muertos" de Sam Raimi, dos años después pudo ponerse a cargo de un proyecto un tanto más "serio" en el que ya contó con la ayuda de la compañía de efectos visuales Wētā Workshop.

La idea central de este film consiste en llevar a cabo un show en el que las protagonistas son unas marionetas que pese a su aspecto simpático, sacan a la luz lo peor del mundillo de la farándula; sexo, ETS, infidelidades, drogadicciones...
Podría decirse que es una película que narra distintas historias cruzadas que terminarán confluyendo en el apoteósico, extraño y grotesco clímax.

Hay personajes locos y raros como Harry el conejo ninfómano, Dennis; el oso hormiguero fetichista, Trevor; la rata que trapichea y dirige películas porno, Bletch; la morsa mafiosa, Heidi; la hipopótama artista, Samantha; la gata prostituta, Wynyard; el lagarto drogadicto que estuvo en Vietnam, Sidney; el elefante que se tiró a una gallina y se niega a reconocer a su hijo, Sebastian; el director al que le encanta la sodomía y por último una mosca paparazzi a la que podremos ver... (Lo cuento en spoiler)

Entre tanto personaje indeseable, uno podría esperar un humor del nivel de "Padre de familia", y sin embargo la película se las apaña para tener gracia, porque sabe cuando contenerse y cuando ha de ser excesiva.
Además también hay personajes decentes como el gusanito Arthur, el simpático erizo Robert y su amada perrita Lucille a la que le encanta el flamenco.

Mucha marioneta, mucha muerte, mucho salvajismo, pero en cierto modo estamos ante una cinta de culto admirable.
A mí, desde luego jamás se me habría ocurrido imaginar el futuro de Peter Jackson en el cine tras ver esto, igual habría imaginado algo destacable, pero jamás la grandiosidad que llegó a alcanzar.