Más extraño que la ficción nos sumerge de lleno en el mundo de la literatura mediante una historia netamente fantástica e imposible. El resultado es, precisamente, una obra con un carácter renovador para el cine e, igual que su género, fantástica, en el sentido más amplio de la palabra.

Su inicio vibrante se convertirá con el paso del tiempo en una historia amena y fascinante con un tono de comedia que funcionará la mayor parte del tiempo. Su estilo marcado y potente hace el resto. Pero todo cambia aproximadamente 10 minutos antes del final, cuando la comedia se torna en un momentáneo drama donde ocurre lo más importante de la película: el destino del personaje.

Pero entremos en materia. Harold Crick es un inspector de hacienda que lleva una vida monótona y aburrida... hasta que un buen día comienza a escuchar una voz que va relatando sus actos y prediciendo lo que va a hacer, hasta que escucha que morirá. Extrañado por la situación, comienza a investigar al respecto y acude a una psiquiatra que lo remite a un veterano experto literario que le ayudará en su problema, conectando finalmente con la escritora que pretende eliminarlo. Durante la historia conocerá a la mujer de sus sueños, una chica encantadora que le dejará hipnotizado desde el primer momento en que la ve.

La película es una manera divertida de cómo vivir una vida en la cual sabes que estás predestinado a morir en cuestión de poco tiempo. Una fábula sobre lo efímero sin pretensiones, que sencillamente ocurre. Va pasando hasta que el espectador se encandila con el personaje y suelta un fuerte “no puede ser” cuando está a punto de ocurrir la tragedia.