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Estados Unidos Estados Unidos · 544 Camp Street. New Orleans
Voto de Jinete nocturno:
4
Ciencia ficción. Acción. Aventuras Veintidós años después de lo ocurrido en Jurassic Park, la isla Nublar ha sido transformada en un enorme parque temático, Jurassic Wold, con versiones «domesticadas» de algunos de los dinosaurios más conocidos. Cuando todo parece ir sobre ruedas y ser el negocio del siglo, un nuevo dinosaurio de especie desconocida, pues ha sido creado manipulando genéticamente su ADN, y que resulta ser mucho más inteligente de lo que se pensaba, se ... [+]
26 de julio de 2016
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Nota previa: por circunstancias que no vienen a cuento, no vi Jurassic Park en el cine en su apoteósico e hiperpublicitado estreno noventero, pero tuve tiempo, mientras llegaba el pase televisivo un par de años más tarde, de leerme la novela de Michael Crichton. Quizás por eso jamás fui un fan de la película de Spielberg, que me parece una profanación en toda regla del original. Y es que, quien compara el relato de Crichton, sofisticado, adulto, lleno de subtexto y SOBRE TODO repleto de pasajes escabrosos, gore y de terror que bien podría haber firmado Stephen King, con la CHORRADILLA INFANTILOIDE, pensada para divertimento de críos de 8-12 años, en la que lo convirtió Spielberg (gran profeta del cáncer del entretenimiento vacuo que ha terminado por destruir el cine), no puede menos que llorar amargamente.

Aclarado esto, y mientras me pones el negativo por “insultar” a ese “peliculón” que marcó tu infancia, me centraré en esta secuela-remake-reboot.

El caso es que me he acercado a este film sin prejuicios, no esperando nada de él: dado que el original jamás me cayó en gracia, no me iba a sentir ofendido. Lo más que pedía era hora y media entretenida y algún efecto especial chulo. Y ni eso me he llevado: me he topado con un globo palomitero que se iba desinflando paulatinamente, yendo rápidamente de más a menos; tirando por la borda las buenas intenciones que parecía mostrar en su principio para desembocar finalmente en el sopor y el ridículo.

En efecto, la película parece empezar bien, poniéndonos los dientes largos con un par de personajes que se salen un poquito del cliché (el millonario indio, principalmente) y, sobre todo, con sus mordaces críticas al poder de las mega-corporaciones y su codicia sin límites. Ejemplo de ello el chiste (quizás lo mejor de la película) sobre bautizar a dos posibles especies de dinosaurios como “pepsisaurios” y “doritocones”. En ese punto, he levantado la ceja mientras me decía “coño, a ver si esto va a resultar algo más que un festival de bichos digitalizados, y va a tener algo de fondo, sátira y crítica al capitalismo”. Pero no, falsa alarma: tras estos guiños iniciales que no acaban en nada, el film se encarrila rápidamente a un espectáculo vacuo, tontorrón y especialmente estúpido de bichos (mal) digitalizados y situaciones absurdas.

Y no; no soy gilipollas: ya sabemos lo que los blockbuster dan de sí: nadie espera grandes historias ni sutileza… Pero coño; el nivel de surrealismo y estupidez alcanzado en algunos momentos por el guion es tan excesivo que casi me pregunto si el film no será una parodia al cine palomitero de los noventa y si el director y el guionista no se estaban cachondeando de Spielberg (paganini de esta fiesta) en su puta cara. O eso, o el peyote circuló libremente en la fase de escritura del guion.

En efecto, aquí podrás gozar de super-mega-dinosaurios con doctorados en física nuclear que se camuflan en plan “predator”, que controlan a voluntad su temperatura corporal para hacerse invisibles a los infrarrojos y que tienen un nivel de convicción para sus congéneres solo comparables a las de Rajoy (mejor mentalista de la historia, pues ha conseguido que le voten tres veces los mismos a los que saquea). Luego verás a un par de niños (repelentes, como todos en esta saga) que consiguen hacer funcionar en un par de minutos un todo terreno que llevaba 30 años pudriéndose en la selva y lo conducen por pistas forestales a nivel Colin McRae. Y lo más “heavy”: momento de lagrimilla de eterna amistad y camaradería entre tipo guaperas y un velociraptor (hecho el triple de alto de lo que fue en realidad y sin plumas, por cierto). ¡Que se besen, que se besen…!

En cuanto al final, me lo callo por no hacer spoiler, pero redefine el concepto “insulto a la inteligencia”.

En definitiva, película completamente bobalicona, con un guion lisérgico, que solo se salva entendida como cine palomitero de pura evasión (mal hecho) para chavales pubescentes. Por lo demás, y por desgracia, aburrida.
Jinete nocturno
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