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Estados Unidos Estados Unidos · 544 Camp Street. New Orleans
Voto de Jinete nocturno:
8
Ciencia ficción. Aventuras Último capítulo de la trilogía de precuelas de Star Wars, en el que Anakin Skywalker definitivamente se pasa al lado oscuro. En el Episodio III aparece el General Grievous, un ser implacable mitad-alien mitad-robot, el líder del ejército separatista Droid. Los Sith son los amos del lado oscuro de la Fuerza y los enemigos de los Jedi. Fueron prácticamente exterminados por los Jedi hace mil años, pero esta orden del mal sobrevivió en la clandestinidad. (FILMAFFINITY) [+]
5 de septiembre de 2010
40 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya iba siendo hora. El infame Lucas por fin, un cuarto de siglo después, ha hecho una "película". Primero nos provocó vergüenza ajena con esa solemne memez titulada “La Amenaza Fantasma”, un completo despropósito carente de nada lejanamente parecido a un guión y que sólo podía satisfacer (parcialmente) a aquellos espectadores que no hubieran cumplido los doce; será recordada por habernos dejado uno de los personajes más odiosos de la historia del cine: el puto Jar Jar. Después, nos empachó con esa soporífera ración doble de almíbar que es “El Ataque de los Clones”, una película que, obviando la inverosímil historia de amor entre Amidala y el niñato de Anakin, contenía algunas derivas argumentales interesantes, sí… Pero que el bueno de Lucas, el sólito, se encargó de joder con sus típicas gilipolleces, su grotesco festival de “fuegos artificiales” y la patética, eterna y argumentalmente nula dichosa batalla final…

Y llegamos a esta “La Venganza de los Sith”. Y esto es otra cosa… En fondo y en forma.

Para empezar, y no es poco, ésta resulta infinitamente más entretenida y estructuralmente redonda que sus soporíferas y perfectamente prescindibles precuelas. “La Amenaza Fantasma” duraba una hora y tres cuartos y parecía durar tres. “El Ataque de los Clones”, dos horas y media, y era como un parto… Ésta, dos horas largas... Y se te hace hasta corta. Son las ventajas de tener guión, supongo.

Porque, sí, la película, faltaría más, contiene su buena ración de sandeces digitalizadas y de batallas interminables adornadas con diálogos que parecen escritos por un niño de ocho años –nefasta la escena de Palpatine encadenado, y completamente prescindible el personaje de Grievous- : es el inevitable “estilo Lucas”. Pero también nos ofrece un retrato, el de la caída de la Anakin, narrativamente irreprochable; en el que los acontecimientos se desarrollan según una lógica intachable y coherente y dónde los personajes muestran una intensidad y una variedad de matices, una verosimilitud, que resultará inconcebible a cualquiera que haya tenido la desgracia de toparse con la pueril “La Amenaza Fantasma”. Y es que la lucha interior y la angustia de Anakin, y a pesar del gris Christensen, se pueden tocar con los dedos.

A esto hay que añadir detalles tan inesperados, refrescantes y solventes como la ambigüedad moral de los Jedi, que no dudan en incitar a la traición a Anakin y que se muestran más que dispuestos a ejecutar a un prisionero desarmado, o la fascínate, lúcida y muy cabrona descripción de la caída de la Republica a causa de su propia mezquindad y corrupción: una impracable fábula sobre los mecanismos del poder y cómo de fácilmente puede convertirse una democracia en dictadura; Lucas pone en boca de Palpatine algunas “perlas” que, no sé porque, me hacen recordar la silueta de unas torres cayendo y a cierto texano diciendo nosequé de…
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jinete nocturno
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