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Voto de Betawatcher:
8
7,7
32.439
Cine negro. Drama. Romance. Thriller
Johnny Farrell (Glenn Ford), un aventurero que vive de hacer trampas en el juego, recala en Buenos Aires. Allí lo saca de un apuro Ballin Mundson, el propietario de un lujoso casino, que acaba haciendo de él su hombre de confianza. Un día, Mundson le presenta a su esposa Gilda. Su sorpresa no tiene límites: fue ella precisamente quien lo convirtió en lo que es: un ser cínico y amargado. (FILMAFFINITY)
8 de marzo de 2022
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Gilda, una mujer sin oficio ni beneficio, se liga a un magnate sospechosillo sin saber que éste ha contratado a alguien que conoce a Gilda y su manera de “desvestirse-vestirse” ante un público con dudoso criterio artístico.
Secundarios de lujo.
Secundarios de lujo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Cuando, siendo una niña de 10 vi “Gilda” por vez primera, ya la odié. Desde luego, no por su belleza en blanco y negro, ni por su personalidad (practicamente inexistente) de diva postmoderna y antropóloga mitómana.
La odié por que me parecía vulgar, estúpida, incapaz de reconocer sus sentimientos, clasista (sí, cuando alude a que ella tiene tanto derecho como Johnny a estar en el casino, siendo él simplemente un empleado), hiperborréica, supersticiosa, malhablada.
En fin, que la odié por que podía darse el lujo de ser aquello que yo no podía ser, ni en mis sueños más remotos; porque nadie puede ser tal cosa en la vida y terminar abrazada a un Glenn Ford al que maneja como quiere.
El personaje de Glenn me parecía violento, presuntuoso, sospechoso, inverosímil (por aquello de serle fiel a Gilda a pesar de todo, ¿quién se lo traga?) egoísta.
En fin que odié a Johnny por hacer aquello que nadie sería capaz de hacer por mí, aquello que sabía a ciencia cierta que nadie haría por mí.
Sé que dirán que una niña no sabe nada; sin embargo, un niño que no sea estúpido ya ha ido varias veces al cole y sabe cómo es la vida, tal vez no pueda contarla, pero el caso es que “lo sabe”, lo esencial no escapa a sus ojos, los niños son niños no ñordos, aunque sí es cierto que un niño estúpido será un adulto aún más idiota y Gilda le parecerá una tía buena que siempre tiene todo a sus pies, ¡ja!
No se esfuercen por contar a sus hijos “lo que no es verdad” porque ellos sabrán en qué momento saltarles a ustedes a la cara con la realidad en la lengua y dejarlos pálidos de asombro y remordimiento. Traten a sus hijos como seres pensantes, no como crucigramas en blanco "aquí encaja esta palabra y allá esta otra".
Años después, ya adulta, reuní a Johnny y Gilda y les pedi perdón, sí, merezco que me perdonen pero ellos también merecían su tirón de orejas, merecían su “charla de verdades”.
Fue así como entendí quién soy en la vida; desde luego, con los padres nunca es posible razonar acerca de ninguna cosa tan importante como esta y yo también entiendo que sea así. Blanche diría algo así: para eso están el cine y los desconocidos.
Va por ti, gusano, del que nadie escapa.
La odié por que me parecía vulgar, estúpida, incapaz de reconocer sus sentimientos, clasista (sí, cuando alude a que ella tiene tanto derecho como Johnny a estar en el casino, siendo él simplemente un empleado), hiperborréica, supersticiosa, malhablada.
En fin, que la odié por que podía darse el lujo de ser aquello que yo no podía ser, ni en mis sueños más remotos; porque nadie puede ser tal cosa en la vida y terminar abrazada a un Glenn Ford al que maneja como quiere.
El personaje de Glenn me parecía violento, presuntuoso, sospechoso, inverosímil (por aquello de serle fiel a Gilda a pesar de todo, ¿quién se lo traga?) egoísta.
En fin que odié a Johnny por hacer aquello que nadie sería capaz de hacer por mí, aquello que sabía a ciencia cierta que nadie haría por mí.
Sé que dirán que una niña no sabe nada; sin embargo, un niño que no sea estúpido ya ha ido varias veces al cole y sabe cómo es la vida, tal vez no pueda contarla, pero el caso es que “lo sabe”, lo esencial no escapa a sus ojos, los niños son niños no ñordos, aunque sí es cierto que un niño estúpido será un adulto aún más idiota y Gilda le parecerá una tía buena que siempre tiene todo a sus pies, ¡ja!
No se esfuercen por contar a sus hijos “lo que no es verdad” porque ellos sabrán en qué momento saltarles a ustedes a la cara con la realidad en la lengua y dejarlos pálidos de asombro y remordimiento. Traten a sus hijos como seres pensantes, no como crucigramas en blanco "aquí encaja esta palabra y allá esta otra".
Años después, ya adulta, reuní a Johnny y Gilda y les pedi perdón, sí, merezco que me perdonen pero ellos también merecían su tirón de orejas, merecían su “charla de verdades”.
Fue así como entendí quién soy en la vida; desde luego, con los padres nunca es posible razonar acerca de ninguna cosa tan importante como esta y yo también entiendo que sea así. Blanche diría algo así: para eso están el cine y los desconocidos.
Va por ti, gusano, del que nadie escapa.