Esta es la última parte de la trilogía de El Señor de los Anillos. El principal problema que le veo, a parte de su ideología medievalista basada en el honor, el sacrificio y el éxito, es que cuenta las cosas de forma muy rápida. Narra episodios muy rimbombantes y espectaculares de una manera tan próxima en el tiempo que a uno no le da tiempo a acostumbrarse de nuevo a la normalidad (es decir, a la calma y a que se desarrolle el deseo y las expectativas) y, por lo tanto, las grandes hazañas aquí contadas tienen menos impacto emocional del que podrían tener si se espaciaran.

Los efectos especiales son muy buenos e incluso no desentonan mucho a día de hoy, a una década de su estreno, exceptuando algunas escenas como la de Legolas con el olifante. Los actores están bien.

Los niños disfrutarán mucho esta película (aunque se perderán en el argumento), al igual que las personas que aman el cine de fantasía y de acción. Espero que vosotros también lo paséis bien visionando este film. Un abrazo a todos.