Esta película posee una animación tan especial que uno casi no echa de menos a los actores de carne y hueso. Todo un logro tecnológico y de diseño en el que, bajo la batuta de Trueba y Mariscal, han intervenido recursos de España, Reino Unido y diferentes países latinoamericanos para crear una obra con sabor a jazz y bolero, a garitos donde entre sudor de escenario y humo de cigarrillos se cocía música de calidad en la primera mitad del siglo XX, olor a la vieja Habana, y a un Nueva York entre lo bohemio y el germen del gran espectáculo.

Tan importante como el guión y realización que da vida a unos personajes que parecen respirar entre el mundo de la música, el romanticismo, el amor y los celos, la lealtad y la traición, pinceladas de cine negro y alusiones al racismo o la revolución, es aquello que dota de alma a los dibujos diseñados por Mariscal: los acordes cubanos y jazzísticos de Bebo Valdés. Indiscutible figura tanto de la música de Cuba como internacional que no es la primera vez que colabora con un proyecto de Fernando Trueba y quien en esta ocasión parece inspirar el propio personaje animado de Chico. Junto a él escucharemos también notas de renombre como las de entre otros Cole Porter, Telonious Monk, Dizzy Gillespie o Freddy Cole.

A lo largo de los noventa minutos de metraje encontraremos varios guiños al mundillo del cine y al de la música, y reconoceremos a personajes reales sutilmente añadidos al argumento; incluido el cameo de los propios autores del filme junto a Estrella Morente, quien también aportará su voz. Aunque es tal vez la voz de la joven actriz Limara Meneses, insuflando vida a Rita, uno de los descubrimientos de agradecer a los que ha contribuido esta obra.

Envuelto en un novedoso estilo de animación -ciudades, calles, edificios, trazos que bailan entre luces y sombras delimitando personajes y colores plásticos que aportan arte-, se desarrollarán como en los tiempos dorados de Hollywood elaborados personajes con medidas descripciones que van desde la mujer dura pero sensible al tipo genial pero carcomido por sus propias inseguridades, pasando por el rencoroso amor en la sombra que se convierte en envidia, o por el amante posesivo que parece capaz de todo.

¿Triunfarán las luces de la pasión o las sombras? No hay nada mejor para averiguarlo que sentarse a ver esta proyección, como si se estuviese frente al piano, colocar la copa de whisky sobre él, encender un cigarrillo y contemplar el humo dispersándose al son de las notas que surgen al acariciar las teclas: "Quizá olvidar como ayer y anhelar de nuevo tener tu querer..."