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Voto de Pedro:
5
5,7
6.177
Drama
España, 1792. Goya (Stellan Skarsgard), el pintor de la Corte de Carlos IV (1788-1808), se ve implicado en un gran escándalo cuando su musa adolescente (Natalie Portman) es acusada de herejía por un importante miembro de la Inquisición (Javier Bardem). (FILMAFFINITY)
7 de noviembre de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los ingredientes de la historia que presenta Milos Forman son a priori prometedores. La idea de partir de un Goya secundario para convertir a sus fantasmas en protagonistas de una tragedia es francamente buena. Incluso algunas escenas del guión también son prometedoras.
El problema surge en el hilvanado. Al desarrollar la historia, Goya como nexo de unión queda un tanto perdido, y sus apariciones son más adorno que otra cosa. Como elemento decorativo, sus cuadros, su elaboración de grabados, su presencia…, dejan un buen poso en la ambientación sobre la época que ayuda a conducir; pero como personaje dentro de la verdadera historia que se nos cuenta –la interpretada por Bardem y Portman–, no cumple su supuesta función, pues no dota de la fuerza necesaria al argumento en sus relaciones con los demás, y queda un tanto desdibujado sin existir una profundización que nos haga sentir de verdad esos fantasmas que se supone revuelven su alma. Bien parece pues a posteriori que Goya y sus cuadros sólo son un acicate para que el Ministerio español ponga los cuartos en subvencionar la producción.
Javier Bardem, al que por otra parte considero uno de los mejores actores que ha dado el cine español, me suena sobreactuado en unas ocasiones, y en otras como creyéndose poco el personaje que le han ofrecido. No obstante, sigue apuntando buenas maneras de su excelente preparación de un papel notándose esa transición interpretativa entre Lorenzo inquisidor, después afrancesado y finalmente irónicamente derrotado. Simplemente no están demasiado bien escritas sus frases ni sus diálogos –tópicos sobremanera–, y su personaje se somete a una discontinuidad en desarrollo que no termina de definirlo con el sentimiento necesario.
El problema surge en el hilvanado. Al desarrollar la historia, Goya como nexo de unión queda un tanto perdido, y sus apariciones son más adorno que otra cosa. Como elemento decorativo, sus cuadros, su elaboración de grabados, su presencia…, dejan un buen poso en la ambientación sobre la época que ayuda a conducir; pero como personaje dentro de la verdadera historia que se nos cuenta –la interpretada por Bardem y Portman–, no cumple su supuesta función, pues no dota de la fuerza necesaria al argumento en sus relaciones con los demás, y queda un tanto desdibujado sin existir una profundización que nos haga sentir de verdad esos fantasmas que se supone revuelven su alma. Bien parece pues a posteriori que Goya y sus cuadros sólo son un acicate para que el Ministerio español ponga los cuartos en subvencionar la producción.
Javier Bardem, al que por otra parte considero uno de los mejores actores que ha dado el cine español, me suena sobreactuado en unas ocasiones, y en otras como creyéndose poco el personaje que le han ofrecido. No obstante, sigue apuntando buenas maneras de su excelente preparación de un papel notándose esa transición interpretativa entre Lorenzo inquisidor, después afrancesado y finalmente irónicamente derrotado. Simplemente no están demasiado bien escritas sus frases ni sus diálogos –tópicos sobremanera–, y su personaje se somete a una discontinuidad en desarrollo que no termina de definirlo con el sentimiento necesario.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Sólo se salva de la tónica general la escena en la casa de los padres de la muchacha musa de Goya, donde casi sin palabras y con sobrada expresividad, Bardem comunica la perplejidad necesaria para la situación… Aunque en esta escena el verdadero peso es del secundario que interpreta a Bilbatúa –José Luis Gómez–; en mi opinión el actor que más fuerza plasma en toda la película; también gracias a una de las pocas escenas escritas con tino: excelente idea la del inquisidor probando su propia medicina.
De lo mejorcito es también Natalie Portman caracterizada tras los años de reclusión. Correcta interpretación que comunica un tierno patetismo en su locura, con interesantes aportaciones del guión cuando Inés deambula con el bebé por las calles y hasta el patíbulo. Desastrosa es sin embargo la idea de darle también el papel de Alicia en la película. No por su interpretación, sino por lo innecesario de ese otro personaje apenas después bien desarrollado. Parece que por no hacerla salir tan fea por el maltrato de los años pasados, la ponen como contraste en el papel de la joven meretriz para verla bonita y seductora. Personaje éste que hubiese sumado mucho más a la historia de haber permanecido sin revelarse, sugerido pero en la ambigüedad incluso de su existencia a los ojos del espectador.
Rodada en España, no falta tampoco la aparición de secundarios famosos en el país, con formato similar al de la reciente “Alatriste”, pero por debajo de los resultados de ésta. Con decir que hasta Cayetano Martínez de Irujo hace un cameo, casi queda todo dicho… Tampoco es afortunada la incorporación del traductor de Goya en lenguaje de sordomudos, pues aunque pueda salvarse del dudoso anacronismo, francamente está de más: con una o dos apariciones hubiese bastado. Demasiada pérdida de tiempo en escenas con personajes intrascendentes que roban un mejor desarrollo a los protagonistas y la ocasión de profundizar en la mente de Goya y sus fantasmas.
En resumen, estamos frente a una de esas películas en la que trozos de su factura y ambientación, así como el planteamiento de fondo, le hacen darse a uno de cabezazos contra la pared al comprobar cómo al construir la historia secuencia a secuencia se ha desaprovechado un material interesante y un dinero precioso, quedando todo en poco más que un costoso cine de entretenimiento.
Cuando la mayor calidad está en las imágenes de las pinturas negras de Goya, lo cierto es que siempre tenemos el Museo del Prado (gratis los domingos). ¡Cuán alejado este Milos Forman de aquél que volara una vez sobre el nido del cuco!
De lo mejorcito es también Natalie Portman caracterizada tras los años de reclusión. Correcta interpretación que comunica un tierno patetismo en su locura, con interesantes aportaciones del guión cuando Inés deambula con el bebé por las calles y hasta el patíbulo. Desastrosa es sin embargo la idea de darle también el papel de Alicia en la película. No por su interpretación, sino por lo innecesario de ese otro personaje apenas después bien desarrollado. Parece que por no hacerla salir tan fea por el maltrato de los años pasados, la ponen como contraste en el papel de la joven meretriz para verla bonita y seductora. Personaje éste que hubiese sumado mucho más a la historia de haber permanecido sin revelarse, sugerido pero en la ambigüedad incluso de su existencia a los ojos del espectador.
Rodada en España, no falta tampoco la aparición de secundarios famosos en el país, con formato similar al de la reciente “Alatriste”, pero por debajo de los resultados de ésta. Con decir que hasta Cayetano Martínez de Irujo hace un cameo, casi queda todo dicho… Tampoco es afortunada la incorporación del traductor de Goya en lenguaje de sordomudos, pues aunque pueda salvarse del dudoso anacronismo, francamente está de más: con una o dos apariciones hubiese bastado. Demasiada pérdida de tiempo en escenas con personajes intrascendentes que roban un mejor desarrollo a los protagonistas y la ocasión de profundizar en la mente de Goya y sus fantasmas.
En resumen, estamos frente a una de esas películas en la que trozos de su factura y ambientación, así como el planteamiento de fondo, le hacen darse a uno de cabezazos contra la pared al comprobar cómo al construir la historia secuencia a secuencia se ha desaprovechado un material interesante y un dinero precioso, quedando todo en poco más que un costoso cine de entretenimiento.
Cuando la mayor calidad está en las imágenes de las pinturas negras de Goya, lo cierto es que siempre tenemos el Museo del Prado (gratis los domingos). ¡Cuán alejado este Milos Forman de aquél que volara una vez sobre el nido del cuco!