La película propone un thriller, que gira entorno a los horribles asesinatos perpetrados por el hijo de un alto gerifalte de la tiranía coreana, la del norte, esta que tiene en la actualidad gran presencia mediática por los encuentros y conversaciones entre Donald Trump y el sátrapa kim jong un.

El ritmo de la cinta es frenético, con los servicios secretos de Corea del Sur y Estados Unidos pendientes de la suerte del criminal. La relación de estas agencias de seguridad con el psicópata son reflejadas con una cierta ambigüedad, poniendo el énfasis en las contradicciones que surgen entre la salvaguarda de determinados secretos de estado, y la necesidad de llevar ante la justicia a responsables de pérfidos actos.

Se establece una rivalidad entre agencias de inteligencia y policía, encabezada esta última por un detective que une su sentido del deber a unos métodos poco ortodoxos, anteponiendo los resultados a los procedimientos.

La efectividad de la propuesta radica en saber conciliar las motivaciones de unos personajes tan dispares, en un contexto tan complejo como el que se vive en la península coreana.
Por añadidura, ciertas subtramas nos pueden resultar extrañas o exóticas, dadas las diferentes formas de concebir las cosas en la cultura oriental. Sin duda los amantes del género pasarán un buen rato