La cinta lleva a la pantalla una novela de Nic Pizzolatto, celebérrimo autor desde que sorprendió al mundo del celuloide con la saga True Detective. La película rezuma sensaciones que ya forman parte del ADN de Pizzolatto, personajes complejos, en situaciones desesperadas, siempre con pie y medio en el abismo, que intentan encontrar sentido a sus difíciles situaciones personales en la búsqueda de una redención que no siempre resulta fácil de lograr.
En Galveston, Ben Foster es un asesino a sueldo, enfermo de cáncer de pulmón, que salva milagrosamente la vida tras una trampa urdida por su jefe. En su huida hacia lugares inciertos, lleva la compañía de una prostituta y su hija a las que más pronto que tarde decide darles su protección.
Son personajes perdidos, amparados en todo momento por la tristeza que da el ser conscientes de su propio fatalismo.
El protagonista pareciera querer encontrar la liberación de su alma sacrificando su maltrecho cuerpo.
La directora Mélanie Laurent filma una historia dura, conmovedora, con nervio. Ya me alcanzaron esas emociones con la relación de amor odio que mantienen las dos protagonistas de “Respira”, film muy personal, que va dotando a esta autora de un perfil y rasgos distintivos.