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Voto de Juan Pablo:
4
16 de noviembre de 2018
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La convulsa situación que vivió Hungría durante los meses finales de la II guerra mundial, sirve de trasfondo para contar una de esas heroicidades que hacen grande al ser humano, en uno de los momentos más críticos, inmorales y destructivos de nuestra historia. La gesta está inspirada en Pinchas Rosenbaum, judío húngaro, que salvó a otros muchos de las cámaras de gas, haciéndose pasar en ocasiones por uno de los verdugos.
Lástima que la película esté muy por debajo de la proeza en la que pretende sumergirnos. Los hechos que se nos presentan, la barbarie que se muestra y las reacciones de los protagonistas no me trasmiten emoción alguna, pese a la indudable carga dramática de los hechos acontecidos. Me parece una película sin alma, como prefabricada en cierto sentido. Cuenta las cosas sin profundizar en los personajes, usando en exceso la voz en off, más para paliar las dificultades del director por meternos en la trama, que como un recurso al servicio del relato.
Por la pantalla, a lo largo del metraje, van desfilando figuras como Otto Skorzeny, Adolf Eichmann, Miklós Horthy o Ferenc Szálasi, con interpretaciones insulsas y descafeinadas. Con tanto para contar, asisto con estupefacción a un ir y venir de diálogos, entre grotescos e inanes, sin nada que aportar, salvo las obviedades al alcance en cualquier manual de historia. Si al cine hemos de pedirle algo más que una sucesión de hechos, que nos implique, haciéndonos cómplices de la función, no cabe duda, esta no es su película.
Cuando era pequeño, alguna que otra ficción animada presentaba a un cardenal Richelieu entre tonto e incompetente. Aquí, los nazis parecen sacados de un tebeo, por desgracia, no parece la historia avalar semejante ilusión.
Lástima que la película esté muy por debajo de la proeza en la que pretende sumergirnos. Los hechos que se nos presentan, la barbarie que se muestra y las reacciones de los protagonistas no me trasmiten emoción alguna, pese a la indudable carga dramática de los hechos acontecidos. Me parece una película sin alma, como prefabricada en cierto sentido. Cuenta las cosas sin profundizar en los personajes, usando en exceso la voz en off, más para paliar las dificultades del director por meternos en la trama, que como un recurso al servicio del relato.
Por la pantalla, a lo largo del metraje, van desfilando figuras como Otto Skorzeny, Adolf Eichmann, Miklós Horthy o Ferenc Szálasi, con interpretaciones insulsas y descafeinadas. Con tanto para contar, asisto con estupefacción a un ir y venir de diálogos, entre grotescos e inanes, sin nada que aportar, salvo las obviedades al alcance en cualquier manual de historia. Si al cine hemos de pedirle algo más que una sucesión de hechos, que nos implique, haciéndonos cómplices de la función, no cabe duda, esta no es su película.
Cuando era pequeño, alguna que otra ficción animada presentaba a un cardenal Richelieu entre tonto e incompetente. Aquí, los nazis parecen sacados de un tebeo, por desgracia, no parece la historia avalar semejante ilusión.