Glen Close vuelve a hilvanar una interpretación de altura, metiéndose en la piel de una abnegada esposa y madre de familia (Joan Castleman), siempre a la sombra de su marido, exitoso escritor al que le acaban de otorgar ese galardón que te hace inmortal, eterno, quedando tu nombre para la posteridad junto a los más grandes. Hablamos del Novel.

El viaje emprendido por la pareja junto a uno de sus hijos a recibir el galardón, pese a toda la parafernalia, lujo y pompa que rodea este tipo de eventos, no estará exento de altercados, complicaciones derivadas de un desencanto que ha ido macerando a lo largo de los años, y como la gota que acaba por colmar el vaso, desata las hostilidades entre el matrimonio protagonista.

Es un espléndido relato sobre la impotencia y el sometimiento. Llegado cierto punto, Joan necesita salir de esa cáscara de nuez con el que su mujeriego marido agasaja a sus numerosas conquistas. A esta mujer le falta la respiración, se ahoga en una relación forjada más que por una perfecta simbiosis, por un parasitismo del que le es imperioso escapar.

Es en ese proceso de liberación, en el que la película gana enteros, y para seguir adelante se impone lo que uno más ama, aquello que mejor sabe hacer, escribir