En “Histoire(s) du cinema (1988-98”), Godard decía que el cine fue inventado en el SXIX e inventó el SXX. Definitivamente esa invención (como medio, no como hecho artístico) es la que desata toda la crítica que se establece en este saludo al éxodo del lenguaje llamado “Adieu au language”.

Godard utiliza la excusa del 3D para poner en cuestión a la particularísima generación que participa del trasvasamiento de un medio a otro, teniendo en cuenta los avances tecnológicos y su instalación totalitaria en la sociedad. La relación que se genera entre el actor social y el medio desata un fenómeno tal que termina desembocando en la incomunicación, producto en parte por el abuso de estas tecnologías y la posterior “individualización” de la sociedad. Cuando la sociedad deja de interactuar, de comunicarse, comienza a haber una ausencia del lenguaje. La forma en que el hombre manifiesta lo que siente o piensa, está determinada, impuesta y regida por las delimitaciones que nos invitan las nuevas tecnologías y no, por la astucia del hombre.

El 3D como concepto amplía la realidad, la acerca al espectador literalmente, lo llena de contexto y de espacio. Como técnica el 3D es instar al espectador a someterse a una experiencia donde se va a simular y por tanto emular un espacio narrativo (dentro del lenguaje cinematográfico) y que el espectador participe casi lúdicamente. Este riesgo de que el cine le haga compañía tan cercana al entretenimiento, es una forma de olvido del lenguaje y todo lo que se ha hecho por él. El lenguaje visto desde el cine como comportamiento artístico. Ese es el lenguaje al cuál Godard se dirige diciéndole “Adiós”. A su vez Godard es desafiante frente a la regla que se le es impuesta y si al menos va a ser una despedida (teniendo en cuenta que el “Adios” posiblemente sea para su capacidad de realizador, por su vejez) que sea metiéndose, llenándose de 3D las manos.