Vaya contraste en el título, por un lado palmeras, buen tiempo, sol, calor, frutos tropicales, disfrutar de la vida, salir de noche, beber, fumar, mujeres. Por otro lado la nieve. Frío, mal humor, enfermedades, poca población, pocos medios, grupo reducido de personas. Si tenemos esto bien presente, entenderemos mucho de esta historia y las distintas decisiones de sus protagonistas.


Nos centramos en una historia en la antigua Guinea Española, donde muchos se fueron a labrar un futuro y lo consiguieron y donde los protagonistas de esta historia tenían algo poco común. El padre de familia se pasaba más tiempo fuera de su país sin su familia al completo, que con ella. Y así tenía a sus hijos yendo y viniendo de España a Guinea. Ahí arranca la trama.

Dos hermanos con pensamientos distintos, uno a labrarse un futuro trabajando hombro con hombro con su padre y formar una familia. El otro casi igual, pero con la diferencia de disfrutar a tope de la vida y nada de compromisos, a pesar de tener a una chica locamente enamorada de él. El devenir de la historia colocará a cada personaje en su sitio e iremos conociendo bastante de cada uno de ellos y las decisiones que tomaron y los llevaron a un futuro muy diferente.

Es un acierto que la película sea contada a través de los ojos de Clarence, la hija del hermano mayor, el vividor y recientemente fallecido, lo que la lleva a viajar a Guinea y encontrar respuestas a muchas preguntas que su tío no le puede contestar. Palmeras en la nieve no será Memorias de Africa, ni lo pretende ser. Pero si es una gran historia acerca de los sueños, el trabajo, la maldad, el amor y la esperanza que durante más de dos horas y media, tendrán su lugar a su debido momento.

El reparto es grandioso, sinceramente a Mario Casas lo he visto muy flojo, Alain Hernández se lo come con papas en todos los sentidos. A veces me dio la impresión de estar viendo fuga de cerebros. Un acierto ponerle de pareja de baile a su novia Berta Vázquez, se nota en las escenas más íntimas. Me ha sorprendido mucho la guapísima Macarena García y lo que transmite Adriana Ugarte. Mención aparte las localizaciones (entre las cuales se encuentra mi isla, Gran Canaria ) e incluso tengo a un compañero de trabajo que ejerció de figurante. La fotografía es una delicia desde las primeras escenas, hasta las últimas.

Sólo le eché en falta un poco más de aclaración en algunos temas y personajes, que teniendo en cuenta la duración del film, se podía haber hecho perfectamente.