Secuestro es una de esas historias que te apetece ver siempre por la moraleja que te deja, que aún pasando horas después de haberla visto, te quedas pensando en como puede cambiar la vida de una o unas personas por el simple hecho de tomar una decisión equivocada. Y en la mayoría de los casos, debido a que uno piensa erróneamente que hace lo correcto.

Si te encuentras perdido a un niño con problemas de audición, desorientado y lleno de sangre y te cuenta una historia sobre como ha llegado así, es motivo suficiente para sentarte al menos a escuchar la narración. Si hay un secuestro de por medio, una madre coraje que además está al día en leyes porque es abogada y un padre que aunque los años lo hayan dejado atrás y al margen, cuando ocurre un hecho dramático se sube al carro, tenemos más que suficiente para poder imaginarnos por donde irán los derroteros de ésta historia.

Ojo a las interpretaciones, desde un niño impresionante que te clava a su personaje hasta el punto de poner en duda si realmente padece esa enfermedad, a pasar por una grandiosa y experta Blanca Portillo que se desenvuelve en papeles dramáticos como pez en el agua y terminando por un José Coronado que a pesar de no disfrutar de los minutos en pantalla que yo quisiera, siempre es un privilegio verlo actuar.

La historia es muy predecible a partir del segundo tercio porque el guión no está lo currado que debiese, a parte que son muchas las pistas que así te lo indican, no llegas a empatizar con los protagonistas a pesar del drama, escasez de sentimientos diría yo y no me llegó a enganchar en ningún momento. Lo dicho, gracias al plantel interpretativo la película se hace interesante.