Lo cierto es que me decidí por la película porque me encantan los temas relacionados con las cárceles y los presos. Me resulta interesante cómo es capaz el ser humano nacido en libertad, gestionar el estar tantas horas al día encerrado en unos pocos metros y siguiendo un patrón de horarios y comportamientos. Sin duda muy extraño y a la vez enigmático.

Por lo visto el programa en el cual se basa la historia, existe de verdad, no es algo sacado de la ficción para sacar adelante la película. Es una forma de ponerle solución al problema de esos caballos y también ayuda a reinsetar a los presos cuando regresen a la vida normal fuera de prisión.

Nuestro protagonista Roman tiene la suerte entre comillas de estar muy cerca de dicho programa, primeramente con un trabajo físico, recogida de estiércol lo que posteriormente le brindará la oportunidad de entrar a formar parte del experimento, llevando esto a un cambio radical en la personalidad del preso.

Una de las cosas que se consigue a través del trabajo con caballos, es no sólo cultivar la gran paciencia, don que será muy bien valorado dentro de una prisión, pero también el poder canalizar el odio y la rabia que se acumula entre cuatro paredes. Y esto le vendrá muy bien a Roman.

Poco a poco iremos conociendo más sobre él, la relación que tiene con la chica que lo va a visitar o cual fue el motivo por el cual acabó allí dentro. Mientras trabaja día a día con el caballo que le fue asignado.

Me ha encantado el reparto, en especial su protagonista Matthias Schoenaerts y el veterano Bruce Dern como más destacados.

Las escenas con los caballos están muy bien rodadas y la historia te llega. Grata sorpresa que no esperaba.