Seguro que si nos sentamos a hablar de boxeo con gente de 20-30 años les suena de algo en nombre de Ali, el boxeador, aún no siendo aficionados del deporte. Es como hablar de Bob Marley sin que te guste el reggae. Son iconos.

Pues Michael Mann nos trae en más de dos horas de película una parte de la vida de dicho boxeador, icono mundial del deporte, Desde sus combates con Sony Liston a principios de los 60, hasta sus últimos combates como profesional. Pasando por esa peculiar forma de ser y de ver la vida. Ali no sólo era un deportista de élite, era un gran bocazas, que no sabía cuando mantener la boca cerrada y cuando hablar. Esto le ocasionó multitud de problemas, tanto a nivel profesional, como personal. Un poco desequilibrado a la hora de tomar las decisiones correctas, donde gran parte de culpa la tenían aquellos que lo rodeaban, no sabiéndolo aconsejar. Y luego como siempre el típico grupo de amigos cuando las cosas te van bien y les sirves de inversión y son los primeros en desaparecer cuando las pintas negras.

A mi personalmente que he seguido el boxeo desde hace muchos años, leído, visto y escuchado mucho sobre el personaje, me ha encantado la historia. Will Smith está grandioso, lo que me ha extrañado demasiado, es que siendo un as en la comedia, se ha cortado un poco al interpretar al Ali más burlón y divertido, curioso cuanto menos. Su transformación física y su forma de moverse en el cuadrilátero están muy logradas. Un gran trabajo si señor. Jon Voight está magistral en su personaje, imitando perfectamente a su personaje. Miren las entrevistas para que lo comprueben. Mario Van Peebles nos trae e Malcolm X hasta esta historia...y yo me lo creí. Tendremos tiempo de pasar de puntillas por las relaciones sentimentales del boxeador y su participación con la religión y con el racismo.

Lo dicho, de obligada visión para pasadas generaciones.