La gente suele prestar más atención a las noticias dramáticas o negativas, que a las que transmiten algo positivo. Y esto es ley de vida, llámalo morbo, o añade al gusto cualquier otro tipo de adjetivo. El tema es que la segunda guerra mundial, los campos de exterminios y toda la masacre que se cometió en esa época, ha dado mucho material para escribir, hablar, contar o hacer películas. Y gustan mucho.

¿Pero que hace Roberto que convierte La vida es bella en algo peculiar y especial ? Pues el simple título lo explica, la vida es bella, las personas son las que se encargan de hacerla una desgracia. Y el protagonista de ésta película se va a encargar de contarnos una historia desde el punto de vista positivo, donde a todo le saca el lado interesante, donde siempre hay hueco para una palabra amable, un gesto agradable o una palabra reconfortante, porque la vida es bella. Nos enseña que juguemos con las cartas que nos han tocado, que luchemos por sacarle partido y dejemos de lamentarnos por aquellas que no nos tocaron. Esa es la actitud. Siempre positivo, nunca negativo.

Un judío que llega a la Toscana italiana con toda la ilusión del mundo, nos detalla paso a paso su vida desde su llegada, como conoce al amor de su vida, no se pierdan todo el repertorio en plan galán para conquistar a su amada. Me ha encantado bastante ésta parte, porque no es nada forzada y aporta muchísimo al resto de lo que se irá contando. Funciona a la perfección. Quizás la gente encuentre un poco exagerado al personaje de Roberto, pero luego lo entenderá. Cuando se van acercando los últimos años de la segunda guerra mundial, y los judíos comienzan a ser llevados a los campos de concentración. Es aquí donde comienza la magia auténtica de la cinta, como el personaje con su hijo de la mano, consigue hacer creer al niño que todo lo que allí ocurre es parte de un juego y cuyo ganador será obsequiado con un tanque de combate nuevo. Cada escena, cada plano, cada diálogo es digno de ver unas cuantas veces, porque por mucho que busques, no encontrarás una grieta en el guión, todo encaja perfectamente y a su debido tiempo.

Y con un mensaje final que nos haría pensar honestamente a cada espectador que disfrute de ella, vivamos felices...porque La vida es bella.