Cuando surge una película sobre un mito, me atrae de forma exagerada, porque es una forma de enterarte de lo más importante de su vida en un resumen de dos horas a través de imágenes.

En especial cuando son gente muy poco común, porque cantadores de flamencos...los hay a centenares de miles, pero como Camarón...solo uno. Su arte innato, su voz tan peculiar, su forma de adaptar estilos al flamenco, marcó un antes y un después en este género musical.

De este trabajo de Jaime Chávarri hay muchas cosas que resaltar y todas buenas en mi humilde opinión. El reparto está muy bien seleccionado porque comenzando por Oscar Jaenada que clava el personaje, incluso en la caracterización con barba y gafas es perfecto. El resto del reparto han escogido a actores con imagen gitana y los que no lo son, han adoptado esa forma de hablar tan peculiar de este pueblo artista. Verónica Sánchez está genial en este sentido.

La puesta en escena también está muy trabajada, mostrándonos los diferentes escenarios en que se movió el artista durante toda su vida. El guión lleva un ritmo bastante entretenido, donde se da tiempo a la presentación al espectador de los personajes más importantes. Chávarri ha tenido el tacto suficiente para contarnos una historia, pero lo más admirado de su trabajo es que no ha influido en el espectador. No me sentí en ningún momento como un juez, juzgando su mundo, sus amistades, su forma de comportarse y mucho menos su paso por las drogas. Esto se ha tocado muy por encima, el que quiera conocer más que se lea su biografía. A mi personalmente me interesaba conocer sus inicios y su arte, lo que haga cada uno con su vida...no soy nadie para dar lecciones de conducta.

Y un especial chapeau para el señor Jaime Chávarri, el cuál nos ahorra la lágrima fácil, acortando el sufrimiento del espectador...cuando el final es ya predecible. Lo dicho, no ha querido inclinar la balanza hacia ningún lado...muy bien, señor director. Así se hace.