Son raras las sensaciones que me han quedado al término de esta película, no cabe la menor duda que me lo he pasado muy bien con ella, lo cortés no quita lo valiente. Pero no me ofrece nada fuera de lo normal, es muy predecible y Russell Crowe se monta una historia para su propio lucimiento.

Lo que nos ha querido contar es muy interesante, algo con un cierto tono a Salvar al soldado Ryan, pero esta vez es el propio padre quien le hace una promesa a su esposa fallecida de traer de vuelta a sus tres hijos al hogar, quienes se marcharon para luchar contra los turcos.

Me ha gustado esa parte aventurera del padre, pillando la mochila y saliendo en plan John Wayne. Me ha gustado esa parte de padre coraje, no dando la primera negativa como aceptable. Me ha gustado la historia de amor entre nubarrones que se huele desde antes de entrar en la sala de cine. Me ha gustado la visión de la verdadera realidad de la guerra, cuando una vez ya terminada, los participantes ya no se odian y conviven el día a día, incluso obteniendo el respeto del otro.

Pero le ha faltado que Crowe se alejara un poco de tanto protagonismo, y dejara que fluyera la historia y menos el personaje. Todo lo que rodea a la búsqueda de sus hijos, parece rápido, atropellado y hasta increíble, (no se pierdan cuando da con el lugar donde están los huesos), vamos, ni la protagonista de Bones. Lo menos que me gusta de una historia es que vaya adivinando las cosas antes de que ocurran, y aquí me he lucido, estaba todo muy claro desde el principio.

Le ha faltado más épica a la hora de contar los acontecimientos.