Sinceramente ver a Antonio Banderas, Paz Vega asomando el hocico por decirlo de alguna manera y Karl Urban en este film, debería ser motivo más que suficiente para esperar amortizar el dinero invertido. Pero honestamente si les quitas a estos tres, estamos delante de un producto de serie B, con aspiraciones de grandeza, que no consigue por muchas razones.

El comienzo es muy, muy interesante, aunque me voy a evitar entrar en detalles sobre la exagerada sobreactuación de Banderas al entrar al restaurante. Vamos, ni hace 30 años se le veía algo así. Pero bueno, seguimos. Ese tipo con ese sentido del oído tan desarrollado y esa destreza para desenvolverse tan bien en las artes marciales, me aseguraba una gran dosis de acción y entretenimiento...y lo logró. Pero esperaba más calidad en la cinta. Y de esto si que no voy nada servido.

La historia es increíble desde el primer momento, no cuadra para nada el hecho tan violento que convierte su vida en un desaguisado. Pasamos de una obra infantil en familia a lo que viene después...¿así por las buenas? ¿Con dos personas? No, no hay por dónde cogerlo. Y ya el posterior conflicto personal del personaje, donde no nos cuentan nada sobre él, sobre sus medios de financiarse, de entrenarse, de reprogramarse...todo eso lo debe intuir o inventar el espectador y no me hace ni pizca de gracia.

No sientes empatía con él en ningún momento, y eso sí que me preocupa. Porque la historia es dura. Y el desenlace tan cutre me lo voy a ahorrar, porque es aún menos creíble.

Eso sí, no me puedo quejar de falta de entretenimiento porque sí lo he tenido y lo he disfrutado.