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Chile Chile · Santiago
Voto de Guti:
8
Drama Alice Howland (Julianne Moore) está orgullosa de la vida que tanto esfuerzo le ha costado construir. A los cincuenta, es profesora de psicología cognitiva en Harvard y una experta lingüista de fama mundial, con un marido exitoso y tres hijos adultos. Cuando empieza a sentirse desorientada, un trágico diagnóstico cambia su vida, al tiempo que su relación con su familia y con el mundo, para siempre. Con elegancia y delicadeza, la autora ... [+]
30 de abril de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me cargan los dramas, pero cuando una película me gusta, me precipito sobre la página web de críticas para escribir y no olvidarme de lo que he visto y sentido.
Porque todos tenemos un poco de Alice. No importa si estamos sanos o no, con el paso del tiempo comenzamos a olvidar pequeñas cosas -fechas, nombres, vocabulario-, y nos da rabia, y solo nos congratula el que podamos mantener recuerdos memorables del pasado, y que incluso aparezca alguno nuevo de vez en cuando, al remecer accidentalmente las piedras del pensamiento donde se escondían.
Y es ahí cuando entiendo más a Alice, porque cuando esto último deja de ocurrir, cuando esas piedras se vuelven bloques de cemento, perdemos nuestra razón de ser, nuestro norte.
Insisto, comencé a ver la película con reticencias, huyendo del dolor previsible del Alzhaimer. Pero el film me capturó a los pocos minutos, porque usa sabiamente el suspense para llevarte más y más lejos, lo que considero un notable mérito del film. Suspense en saber cuanto durará el combate por no olvidar las palabras a través de la aplicación del smartphone; los potenciales conflictos que se asoman desde un principio en su familia; con tres hijos disparejos e independientes y un marido compasivo; y si la brillantez de una persona acomodada, infatigable e intelectual podrá imponerse a esa enfermedad impasible.
Al poner todo lo anterior en la juguera resulta un film con un ritmo y una línea de secuencias atractivo que nos lleva veloz como una nave, surcando sí un mar de lágrimas, hasta un final imprevisible. Final inesperado al llegar de forma abrupta e inteligente, no exento de una pequeña dosis de esperanza, al ver que las enfermedades son capaces de curar otras dolencias.
Especial atención al vínculo entre Alice y su hija Lydia, donde la distancia entre ambas pasa de ser muy cercana cuando la última era niña (lo que solo vemos por fotos, ¡qué genial aporte del cine!), a ser distante e incomprendida al transformarse en adulta. Sin embargo, lo que Alice más anhela no perder en su vida, por muy pequeño en que se vaya transformando su mundo, lo mantiene a través de ese hilo invisible que le conecta con su pasado y presente por medio de su hija: el amor.
Atentos también a la fotografía del film, porque de la misma forma silenciosa con que avanza la enfermedad, nos va mostrando en imagenes lo que trata de ocultar ésta: parques que se tiñen de gris, cristales que muestran imagenes borrosas y espejos que muestran dudas tambien son parte de este film magistral, porque nada sobra, y todo lo que sentimos con fuerza no podrá jamás abandonar nuestro cerebro.
Ah, y el guión, el guión... solo me acuerdo que era excelso.
Guti
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