Nos encontramos ante un típico producto televisivo que a pesar de todas las vueltas que da con los personajes para que todos puedan parecer culpables, no es capaz de ocultar, ya desde el principio, cuál de ellos es el antagonista.

Las actuaciones son muy deficientes. La factura técnica es vulgar y no destaca en nada. La ambientación del filme no ayuda al director de fotografía, pues los escenarios se caracterizan por un abuso sostenido de zonas carentes de belleza o interés —la práctica totalidad del metraje tiene lugar en un hotel de gama media sito en pleno desierto de los EE.UU— lo que viene a empobrecer, todavía más si cabe, la fotografía de la cinta.

La trama es predecible y pesada, aunque no llega al tedio: es capaz de mantener relativamente la atención del espectador, lo cual tratándose de un telefilm de tan poca categoría no es desdeñable. Con todo, las carencias mencionadas la hacen fácilmente olvidable.