Apenas un año después del estreno de ‘El club de las madres rebeldes’ llega una secuela que busca sacar el máximo provecho de la inminente llegada de la Navidad, y sumando algunas caras conocidas.

La Navidad trae consigo, además de todo lo conocido, un poco de caos, sobre todo para las madres que deben organizarlo todo para las fechas, es el caso de Amy (Mila Kunis), quien tras su divorcio debe ahora organizar la reunión familiar con su nueva pareja Jesse (Jay Hernandez), pero todo se complica con la llegada de su madre, Ruth (Christine Baranski), una mujer sumamente controladora y perfeccionista.

Sus amigas están pasando casi por lo mismo, Kiki (Kristen Bell) recibe a su madre Sandy (Cheryl Hines), obsesiva y sobre protectora que no la deja respirar un solo minuto. Mientras Carla, quien recibe a su también rebelde madre, Isis (Susan Sarandon), adicta al juego y solo suele visitarla para pedirle dinero.

Si bien la primera entrega consiguió ser un éxito, sobre todo con el público femenino que se vio reflejado en alguno de sus personajes, además de que su humor con cierta dosis de incorrección le sumo adeptos, esta segunda entrega no suma demasiado.

Algunas de las escenas de la primera parte están calcadas y solo cambia la escenografía, el choque de las madres rebeldes con sus madres no consigue el nivel que en la anterior generaba su enfrentamiento con las madres perfectas y esta segunda entrega se excede en chistes fáciles.

Y lo peor, las actrices añadidas al elenco como las abuelas están un tanto desaprovechadas, sobre todo el caso de Susan Sarandon, perdida en una trama a la que la gracia se le termina muy pronto, superficial y efímera.

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