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México México · Monterrey
Voto de Quique Mex:
9
Drama Narra la historia de Don Diego de Zama, un oficial español del siglo XVII asentado en Asunción que espera su transferencia a Buenos Aires. Es un hombre que espera ser reconocido por sus méritos. Pero en los años de espera pierde todo. Decide atrapar un peligroso bandido y recuperar su nombre... Basada en la novela existencial de Antonio Di Benedetto escrita en 1956. (FILMAFFINITY)
21 de enero de 2018
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras más de 10 años de su última película y un fallido intento por llevar a la pantalla grande su visión de ‘El eternauta’, Lucrecia Martel volvió para filmar lo que es ya su cuarto largometraje, primera vez que adapta una historia no propia, basándose en la novela del mismo nombre de Antonio Di Benedetto.

Ambientada en el siglo XVIII, narra la historia de Don Diego de Zama (Daniel Giménez Cacho), un funcionario de la Corona Española apostado en un lugar no del todo civilizado en lo que hoy es Paraguay, que espera la autorización del Rey para trasladarse a otra ciudad con la finalidad de recibir un ascenso y poder reunirse con su esposa e hijos.

Zama, que debió dejar su lugar, familia y amigos para llegar al sitio donde se encuentra, aguarda y persuade al Gobernador (Daniel Veronese) a que mande una carta al Rey para finiquitar su transferencia, mientras el hombre se pierde a si mismo entre el deseo incesante que siente por Luciana (Lola Dueñas), sus constantes enfrentamientos con su asistente Ventura Prieto (Juan Minujín) o debiendo salir a la captura de un bandido al que todos señalan de nombre Vicuña Porto, en un espiral descendente que parece no tener fin.

El cine de Martel se aleja de todo convencionalismo y ‘Zama’ no es la excepción, su cine, más sensorial pero igual narrativo, transita más por la percepción, las atmósferas, lo onírico, lo cual se presta para la adaptación de la particular novela de Di Benedetto, introduciéndose, como ya lo hacía en ‘La mujer sin cabeza’, en la mente de su personaje y desde ahí mostrar su visión ante lo que vive y padece.

Esa introspección sensorial permite que el espectador experimente lo que Don Diego de Zama en su ya fastidiosa y alargada espera, el deseo, la desesperación, y la perdida de la lucidez, con ese habitual juego entre sus poderosas imágenes, resultado del gran trabajo del portugués Rui Poças, el enjambre sonoro diseñado por Martel, ya toda una marca propia en su cine, y la perfecta construcción de un hombre atribulado que consigue Daniel Giménez Cacho.

No está de más caer en el lugar común que dice que cada película de la argentina es toda una experiencia, aunque en realidad podría decirse que incluye más de una en sí, una película por momentos densa y críptica, con esa atmósfera donde suele colarse algo fantasmal y también plena de una sensualidad latente, mas interesada en las sensaciones que en recrear a la perfección otra época, con que exige pero que premia a su espectador que se presta a sumergirse en su muy particular universo de un cine deslumbrante y avasallador.

http://tantocine.com/zama-de-lucrecia-martel/
Quique Mex
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