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Voto de Brian Edward Hyde:
8
Drama. Comedia Versión libre del nacimiento del festival más famoso de la historia. Fue Elliot Tiber quien hizo posible que, en 1969, el Festival de Música y Arte de Woodstock se convirtiera en un acontecimiento histórico. Elliot, un decorador neoyorquino, tiene que volver a su pueblo para ayudar a sus padres a llevar un viejo motel, El Mónaco. Cuando se entera de que en un pueblo vecino han suspendido un festival de música hippy, llama a los ... [+]
9 de octubre de 2009
20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mayor festival de la Historia quedó perfectamente reflejado en el documental homónimo de Michael Wadleigh. Ang Lee vuelve de su dramón homosexual, olvidado por el puritanismo hollywoodiense, y en este caso nos cuenta la historia no oficial del festival del 69 en clave de humor. Por supuesto, las expectativas eran altas.
¿Funciona? Funciona, sí. Porque aunque uno pueda entrar en el cine con ganas de ver a todos esos rockeros legendarios en plena actuación, no es lo que vamos a ver. De hecho, la historia pasa por lo alto todo el concierto y se centra en las vidas del joven Elliot, sus padres y los vecinos del pueblo donde se celebró el festival. ¿Pero qué hace que funcione? Más allá del protagonista, que hace un trabajo irreprochable, aunque él no es el blanco de la parte cómica sino de la revelación, del cambio que impone el espíritu Woodstock, el bicho al que el público observa evolucionar ante lo que se le viene encime. No obstante, se rodea de un enorme elenco de secundarios descojonantes, empezando por una inmensa Imelda Staunton, pasando por Emile Hirsch, totalmente entregado en su papel de hippy de espíritu, hasta un colgadísimo Paul Dano, que nos entrega una de las partes más entrañables del film. Atentos al número del teatro y a cada aparición de Liev Schreiber como Vilma. Impagable.
Os cuento la historia: Elliot trabaja en el hotel de sus padres; se encuentran hasta las cejas de deudas, pero el espíritu emprendedor y optimista del joven no se amilana ante ningún obstáculo. En otra parte, la ciudad que va a acoger el festival se echa atrás en el último momento, pero da la casualidad de que Elliot y uno de los organizadores del evento estudiaron juntos, así que el joven aprovecha la situación y, tras no pocas desavenencias, logran que Woodstock ’69 sea una realidad en ese pueblecito desconocido al que comienzan a afluir/ peregrinar/ocupar cientos de miles de asistentes, en su mayoría hippies con ganas de dar a conocer su mensaje de paz y amor a la humanidad a través del arte, en este caso la música. Música que, más allá del festival, inunda la película en los instantes oportunos, donde podemos encontrar las notas lejanas de cualquier participante del concierto hasta un vinilo de Judy Garland. Música que transporta ese mensaje, sí, pero que ante todo cautiva al espectador hasta hacerlo partícipe de uno de los instantes más culturales más determinantes de la Historia: no olvidemos las protestas por Vietnam, la defensa del maoísmo y, en definitiva, la proclamación de que la igualdad, de que la paz es el único camino. Cabe mencionar las múltiples referencias gay que planean sobre toda la cinta, algunas meros matices de actuación, otras toda una declaración de intenciones. En los sesenta y setenta, recordemos, la comunidad hippy predicada el amor libre, cierto, pero ante todo predicaba con el ejemplo.
¿Cuál es el mayor acierto de la película? (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Brian Edward Hyde
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