No es la mejor película del Oeste, pero es un destacable producto, cuyo esfuerzo merece la pena ser valorado. Tres episodios entrelazados por el devenir de una familia de pioneros y sus descendientes, cuyo fiel es la Guerra de los Estados de 1861. El tema principal de Alfred Newman podría considerarse una de las diez mejores partituras cinematográficas de la historia del cine. En cuanto a las tres partes, solo la primera destaca, las otras dos caen en la mediocridad, aunque mantienen el interés dados los grandiosos intérpretes que van aparecen en pantalla.
Lo cierto es que nunca han triunfado ni en el cine ni la literatura las historias divididas en partes.