Inicios del otoño del año 1980, se estrena la segunda entrega de La Guerra de las Galaxias. El nuevo espectáculo es colosal, no desmerece en absoluto a la Primera entrega.
Una batalla aero-terrestre en la nieve abre el apetito a todos los niños que asistimos boquiabiertos a semejante terremoto cinematográfico.
Al planeta helado Hoth le siguen idas y venidas en naves espaciales, con nuevos personajes tan carismáticos como Yoda, la historia de amor entre Solo y Leia, el planeta en las nubes y la formación como Jedi de Luke Skywalker.
El final será apoteósico, probablemente uno de los más estruendosos en el buen sentido, de la historia del Cine.
Redoblando el número de efectos especiales, logrando un magnífico guión, y destapando un buen número de aventuras espaciales, la consagración estaba servida.
Se había logrado una segunda parte magnífica, que no desmerecía en absoluto a la primera.
Todos los niños de aquel lejano 1980, que habíamos crecido desde el estreno de la saga en 1977, quedamos atónitos de felicidad.