Una obra basada en hechos reales sobre un crimen ocurrido en el seno de una familia con un gran nombre en la alta costura, pero ya en declive.
El guion por tanto tiene poco margen de maniobra, pero aún así logra un tratamiento adecuado para una historia que podría haber dado más de sí, pero que en general cumple.

Aspectos como la fotografía, la música, y la ambientación y recreación de ciertas épocas, están particularmente bien tratados, y el ritmo es adecuado y consigue que la película no decaiga pese a lo excesivo de su metraje.

Una historia de destino fatal donde las claves para entender la tragedia se nos brindan desde el inicio, ya que la ambición desmedida y la carencia de inteligencia se extienden por la mayoría de personajes, todos ellos bien interpretados por un reparto de alto nivel, que si bien no realizan su mejor trabajo (a excepción de Lady Gaga junto al de “Ha nacido una estrella”) muestran gran solidez, destacando para mí el rol de Jeremy Irons, Jack Huston, Jared Leto y Al Pacino.

Sin ser una gran película ni la película definitiva sobre la casa Gucci, sin duda es una obra que vale la pena y que se agradece ver en un año en el que desgraciadamente la calidad llega a cuentagotas en el cine y en el que Ridley Scott ha aportado no una sino dos obras junto a “El último duelo”, que demuestran que sigue en plena forma.