Un héroe arrogante, irascible, bastante niñato y sin ningún propósito definido, excepto uno que decide abandonar traicionando a quienes le han ayudado.
Unas tramas con potencial, la búsqueda o génesis del héroe, la vida en el monasterio de K’un-Lun, la forma de actuar de las corporaciones, la lucha contra una organización criminal clandestina como la mano, el trauma del avión, todas ellas sin desarrollo no digamos ya sin llegar a alguna parte.
Unos personajes con potencial, que se transforman en veletas de un momento a otro, capaces de traicionar a cualquiera y sin bando definido nunca.

Aspectos de vergüenza ajena, como el trato que se da a las artes marciales, las cuales deberían ser el núcleo central de la serie, conceptos como el honor, bushido, chi, etc, que son desprestigiados cada vez que se usa la palabra. El uso chapucero del personaje de Rosario Dawson para hacer de enlace en todas las series, y naturalmente el agravio comparativo con Daredevil, ya que devalúa a la mano o a la madame Gao que allí presentaban, además de unas escenas de lucha mal copiadas. Y como no, el puño bioluminiscente que se enciende y se apaga a conveniencia del guionista, difícil tratar tan mal cada detalle, con tan poco cuidado, y un ejemplo de mala adaptación.