Como ya han señalado otras críticas, Blue Valentine se puede enmarcar dentro de esa corriente de dramas románticos que surgen cada año y que, a pesar de pasar bastante desapercibidos para el público en general, gracias a festivales van abriéndose camino poco a poco. Como también se ha dicho, la historia no ofrece nada nuevo: es el relato del desamor de una pareja que casi ya nada tiene que ofrecerse contado a través de la intercalación de flashbacks con el momento presente. Sin embargo, Blue Valentine es una película honesta y verdadera. Es cierto que no ofrece más, pero tampoco defrauda.

Las interpretaciones son verdaderamente buenas, lo mejor de la película. Desde mi punto de vista, Gosling se come a Williams (aun siendo la interpretación de esta muy buena, de hecho, ha conseguido una nominación al Oscar como mejor actriz principal). Quizás lo de Gosling se deba a que el guión consigue que el espectador se identifique más con su personaje: como retrato de dos "casi perdedores", los dos han renunciado a sus sueños e ideales -ella, ser doctor, y él, a su vida de libertad sin cargas familiares- por amor y por una relación por la que ambos apostaban. Así, resulta más coherente la construcción del personaje de Gosling, con todos sus matices, aciertos y errores, que el de Williams, que se desdibuja un poco entre su frustración, su necesidad de cambio y una (mal planteada) relación con su jefe que planea sobre el horizonte.

Aún así la película merece la pena. Una gran fotografía y unos colores fríos que matizan mucho la historia que se cuenta y una banda sonora correcta.

Blue Valentine muestra con verdad cómo las cosas cambian sin que nadie de verdad sepa por qué. Cómo evolucionamos las personas y lo complicado de las relaciones personales. Lo desagradecida de la vida.