Gran ejercicio estético (gran con mayúsculas y subrayado y... ponedle negrita y cenefas multicolori).
O sea, MUY GUAY. Para mí, que sea preciosisisíma ya es más de lo que se verá en el 80% de las películas que están por venir en este año que nos envuelve. Dinero bien empleado y los Verdi, que es donde la ví, sin perder su nombre.
Ahora bien, la parte del café sin azúcar amarga como un lunes, es que "La ciencia del sueño" carece de contenido.
Bienvenidos a una floja historia de amor de Afflecks y Bullocks ensalzada con recursos atrayentes a la vista (vuelvo a incidir, recursos maravillosos).
Y no soy el único que piensa que es una película vacía a nivel argumental, y aquí, lo sé, incurro levemente en un ejercicio difamatorio. Incurro: Hasta el gran (subrayado y en mayúsculas, etc.. etc..) Gondry sabe que el guión de esta peli es de capítulo de serie española o de algo que le puede pasar DEMASIADO a cualquiera. Por eso aquí, en La ciencia del sueño, su surrealismo vistoso y perfecto y sus metáforas plásticas sin réplica son más recurrentes que en sus otras películas.
Al final todo mamífero, llámese Fulano o Mengano va al cine a abstraerse. Yo personalmente paso frío en las salas para que me rescaten de la vida absurda en la que estoy sumido, para que me liberen del "dame más dinero" del jefe y del "págame lo que me debes" del camello de mi barrio, y esta película lo consigue a medias. Lo que me cuenta el pope Gondry me deja frío, muy. Pero lo que veo, por contra, me hace salir contento de la sala y con mi nivel creativo tan alto que solo Gondry lo puede mirar desde arriba.
Carencias y sobrantes aparte, para un humilde servidor asistente al cine cuando el látigo del jefe no silba, es un trabajo altamente recomendable. ¡Y tanto!, le he puesto un siete. Y no se lo pongo ni a la secretaria de mi oficina y os aseguro...
Gael: maravilloso, inapelable, perfecto como siempre. Tan buen actor que quiero ser él esté interpretando el papel que sea (y eso es meritorio, recuérdese La mala educación). Charlotte Gainsbourg con menos lucimiento emocional que Gael consigue amarrarte a la película. El celofán está de lo más creíble y estará nominado al Óscar como secundario.

Conclusión: hay que ir a verla sin expectativas argumentales, relajar la pupila y mantener sólo alerta la parte del cerebro que valore qué es bonito y qué es todavía más bonito.