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Polonia Polonia · Suena Wagner y tengo ganas de invadir
Voto de Normelvis Bates:
8
Intriga. Cine negro Fred Madison (Bill Pullman), un músico de jazz que vive con su esposa Renee (Patricia Arquette), recibe unas misteriosas cintas de vídeo en las que aparece una grabación de él con su mujer dentro de su propia casa. Poco después, durante una fiesta, un misterioso hombre (Robert Blake) le dice que está precisamente en su casa en ese instante. Las sospechas de que algo raro está pasando se tornan terroríficas cuando ve la siguiente cinta de video... (FILMAFFINITY) [+]
12 de noviembre de 2010
80 de 93 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) Tened siempre presente que no todo el mundo posee vuestras capacidades. No os dé apuro admitirlo: vuestra opinión es la que cuenta, los otros se equivocan. Si no pueden o no saben ver lo malo que es David Lynch, intentad no cebaros con ellos, tratad de ayudarles. Llevadles hacia la Luz.

2) Recordad también que vuestra clarividencia es singular. Mucha gente, por desgracia, carece de criterio. Los hay que dan notas altas para quedar bien, para dárselas de listo, para ver si mojan con alguna descarriada chati, captada por la secta de Lynch. Quejaos bien alto de esa nota de 7’5. Es injusta. Es inexplicable. Es una aberración. Abridles los ojos a gritos.

3) Hay quien ha olvidado que toda narración consta de introducción, nudo y desenlace, todo ello seguido, a poder ser, de una cristalina moraleja. Esto ha sido así desde los tiempos de la Biblia, y ese tal Lynch no es nadie para cambiarlo. Si el Génesis no tiene agujeros de guión, ¿por qué debería tenerlos “Carretera perdida”? Es vuestro deber hacer que lo recuerden. Indignaos. Espumarajos a voluntad.

4) Tened en cuenta la limitada cultura del público al que os dirigís. Un agradable apólogo, una fabulilla edificante, eso os servirá sin duda para haceros entender. El del traje nuevo del emperador, por ejemplo. Es corto, directo y fácil de comprender, y es posible que hasta ellos capten su significado. Un diálogo o una lista numerada son también buenas opciones. No muy largas, eso sí: su capacidad de concentración es limitada.

5) No os mostréis altaneros, caramba. Sed campechanos y mostraos cercanos, como si escribierais la crítica acodados en la barra de la cantina mientras os hurgáis los dientes con un palillo. Recordad que sois la voz del sensato pueblo llano. Recurrid a alguna palabra soez, eso probará qué lejos estáis de Lynch y sus perfumaditos secuaces. Mostrad desprecio por el arte moderno. Mejor aún: reíos de él. Defended con vuestros puños los bodegones de frutas. Eso es arte, coño. Tened siempre cerca una foto de Millán Astray. Que corra el Anís del Mono.

6) Cuidad el vocabulario. Adjetivos como “sobrevalorada” o “pretenciosa” nunca pasan de moda. Sustantivos como “fraude” o “estafa” siempre suenan contundentes. La palabra “gafapasta” es un gran invento, pero no deberíais quedaros ahí: gafapastez, gafapastada, gafapestoso, gafapestífero, gafapestiño, gilipasta... Las posibilidades son infinitas. Exploradlas a vuestro antojo.

7) Si alguien os habla de onirismo y fantasía o se atreve a recordaros que las reglas de los sueños son extrañas, decidle que los hombres de verdad no sueñan. Eso es de pijos y estreñidos. Y que todo sueño debe tener un significado ló-gi-co. Lo dicen los manuales.

8) Si todo ello fallara, en fin, siempre os queda el recurso de mandar a Lynch a tomar por el culo. No es muy elegante, pero es un buen índice de pasión por el cine. Además, os sentiréis libres y limpios. Y habréis descubierto para qué sirve, en el fondo, el cine de David Lynch.
Normelvis Bates
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