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Polonia Polonia · Suena Wagner y tengo ganas de invadir
Voto de Normelvis Bates:
7
Cine negro. Intriga. Thriller Adaptación de la novela homónima de Raymond Chandler publicada en 1940. Al detective Philip Marlowe (Robert Mitchum) le han encargado una difícil misión: encontrar a Velma, una bailarina de un club nocturno. Durante la investigación, Marlowe se ve obligado a adentrarse en un mundo turbio de personajes oscuros y de dudosa reputación. (FILMAFFINITY)
15 de noviembre de 2009
36 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las cucarachas, como todo el mundo sabe, nacen, crecen, se reproducen, mueren y desaparecen. Si algo nos ha enseñado la novela negra clásica es que los hombres no somos, en el fondo, muy distintos de las cucarachas: nacemos y crecemos, vienen a decir Hammett, Chandler, McDonald y compañía, y todo va como una seda hasta que una mujer se cruza en nuestro camino y por su culpa y por cualquier estúpido o sórdido motivo morimos (y otros con nosotros) y, finalmente, desaparecemos, sin dejar otro rastro, a lo sumo, que viuda y huérfanos y facturas por pagar. Nadie va a sentir que le falta el suelo bajo sus pies, dice Philip Marlowe en “El largo adiós”, si a mí me matan en un oscuro callejón una de estas noches.

Si tuviéramos que juzgar “Adiós, muñeca” por sus valores puramente cinematográficos, poco podríamos decir acerca de ella. Se trata de un aplicado pero más bien insípido “collage”de lugares comunes del género negro cuya chata resolución formal se parece más a la de un telefilm de cierta calidad que a la de una peli para la gran pantalla. No faltan la voz en “off” del detective, ni una “femme fatale” angulosa y curvilínea a imagen y semejanza de Lauren Bacall, ni los nocturnos bañados en jazz, bourbon y nicotina, ni los polis ni los matones ni un villano engominado y con bigotito clavado a Brian Donlevy, pero el conjunto da la impresión de estar descosido y, a pesar de que la historia no está mal narrada y se sigue con interés, no pasa de ser un bonito homenaje a todos y cada uno de los tópicos de este tipo de relatos. La peli es, en todo caso, bastante disfrutable, y propone, además, una interesante lectura adicional del personaje central que sobrepasa con creces las limitaciones de su adocenado “atrezzo”.

La mayor aportación de “Adiós, muñeca” al mito cinematográfico del detective Philip Marlowe reside, a mi juicio, en aquello que, para muchos, supone uno de sus mayores defectos. Aquí tenemos, en efecto, a un talludito Robert Mitchum en la piel de Marlowe, y a pesar de las suspicacias que en algunos levanta su elección para ese papel, a mí no se me ocurre, una vez vista la peli, nadie mejor que él para encarnar a ese detective en pleno tránsito hacia la vejez, triste y cansado, que descubre que aunque su rostro y su cuerpo sigan teniendo el aspecto del mármol sus músculos se han reblandecido y sus reflejos están adormilados y camino de la desaparición. Una quinceañera le patea la entrepierna, una alcahueta le abofetea, le droga y se burla de él cuando la amenaza con su pistola, recibe puñetazos sin número y es noqueado varias veces de un golpe en la nuca. Para colmo, si no he contado mal, hasta siete muertes ve Marlowe en esta peli, a cual más estúpida, a cual más inútil. Se siente desplazado, fuera de un mundo que le disgusta y que empieza a prescindir de él. Súbitamente, tras tantos años en el negocio, Marlowe cree ver el auténtico rostro de la muerte y comprende. Y apaciguado, con un último gesto de dignidad, empieza a despedirse.
Normelvis Bates
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