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Voto de infausta:
9
12 de diciembre de 2016
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debo reconocer que esta película me ha sorprendido en todos los buenos sentidos. Como se la anunciaba "surrealista" no me imaginaba lo que iba a encontrar después, porque surrealista en esencia no es, es profundamente simbólica y está llena de signos e imágenes para complacer la vista y alimentar las ideas que nutren la película, que son muchas.
Uno de los críticos que ha opinado en esta página habla de "La tierra baldía" de Eliot y es lo que también a mi me vino a la mente, la ciudad errante se hace notoria en medio de una situación de caos en la capital sueca, donde han llegado a un gran paro como detenimiento de la vida: el tráfico es la gran metáfora que recorre las escenas y al mismo tiempo es atravesado por hordas de flagelantes. Está tan cuidado cada detalle que no hay sobresalto.
Como tampoco lo hay si revivieran muertos. Las apariciones son como de cuadros, y el movimiento a varios niveles de la escena es muy teatral. Como también es teatral (para mi) las caras de los personajes que parece que llevaran máscara todos, pintados de blanco como los mimos. Quizá es una referencia a ese carácter tragi-cómico que se pretende resaltar, en una vida de perdedores donde hasta la podredumbre puede ser risible, de risa amarga.
No es baladí que el director eligiera de inspiración el poema de "Traspié entre dos estrellas" del poeta peruano César Vallejo. Estos versos se repetirán (algunos parecerá que los llega a ejemplificar con imágenes) a lo largo de la película en boca, sobre todo, del hijo menor del protagonista. La frase "amados son los que se sientan" que se presenta al inicio de la película será la más repetida de todas. Frase ambigua que el mismo Vallejo cambió varias veces, indicando primero los que se sientan en la calle, o los que se sientan con frío en la calle... dejando la frase final más ambigua. Es este poema, pues, una descripción de cada desgraciado que pueda haber en la humanidad. Pero que al fin y al cabo, son los que se dejan llover, los que dejan sus tristezas por fuera, los que son bienaventurados, no los que esconden el reloj en el bolsillo, o los que no temen a Dios. Las referencias a la culpa son constantes, el director mismo nos habla de un tipo de culpa que pueda llevar a la reconciliación. El problema de la sociedad de los últimos treinta años es que tiene contaminada esta culpa y no lleva a ningún sitio. La humillación y la culpa como tema fundamental.
Uno de los críticos que ha opinado en esta página habla de "La tierra baldía" de Eliot y es lo que también a mi me vino a la mente, la ciudad errante se hace notoria en medio de una situación de caos en la capital sueca, donde han llegado a un gran paro como detenimiento de la vida: el tráfico es la gran metáfora que recorre las escenas y al mismo tiempo es atravesado por hordas de flagelantes. Está tan cuidado cada detalle que no hay sobresalto.
Como tampoco lo hay si revivieran muertos. Las apariciones son como de cuadros, y el movimiento a varios niveles de la escena es muy teatral. Como también es teatral (para mi) las caras de los personajes que parece que llevaran máscara todos, pintados de blanco como los mimos. Quizá es una referencia a ese carácter tragi-cómico que se pretende resaltar, en una vida de perdedores donde hasta la podredumbre puede ser risible, de risa amarga.
No es baladí que el director eligiera de inspiración el poema de "Traspié entre dos estrellas" del poeta peruano César Vallejo. Estos versos se repetirán (algunos parecerá que los llega a ejemplificar con imágenes) a lo largo de la película en boca, sobre todo, del hijo menor del protagonista. La frase "amados son los que se sientan" que se presenta al inicio de la película será la más repetida de todas. Frase ambigua que el mismo Vallejo cambió varias veces, indicando primero los que se sientan en la calle, o los que se sientan con frío en la calle... dejando la frase final más ambigua. Es este poema, pues, una descripción de cada desgraciado que pueda haber en la humanidad. Pero que al fin y al cabo, son los que se dejan llover, los que dejan sus tristezas por fuera, los que son bienaventurados, no los que esconden el reloj en el bolsillo, o los que no temen a Dios. Las referencias a la culpa son constantes, el director mismo nos habla de un tipo de culpa que pueda llevar a la reconciliación. El problema de la sociedad de los últimos treinta años es que tiene contaminada esta culpa y no lleva a ningún sitio. La humillación y la culpa como tema fundamental.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Para ello, algunas escenas de gran potencia visual, como son los traslados con grandes cargas de equipaje para poder huir de la ruina que sobreviene a la ciudad, el peso de todo lo material a lo que ellos se aferran con ganas. El sacrificio de la inocencia, la búsqueda errónea de un equilibrio en una sociedad que se desmorona (literal, se mueven los edificios, aunque el espectador no lo vea). El discurso con el vagabundo y el caracolear de las ratas que huyen, escena máxima beckettiana. Y los crucifijos descartados, cada crucifijo un peso, además de un muerto.