Media votos
6,6
Votos
869
Críticas
23
Listas
4
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
- Sus redes sociales
-
Compartir su perfil
Voto de infausta:
9
5,3
299
Drama. Comedia
Dos jóvenes buscan la soledad del campo, pero su paz se ve enturbiada por una serie de extraños acontecimientos en los que observan un patrón de siniestras intenciones. Los jóvenes son Witold, que acaba de suspender sus exámenes de derecho, y Fuchs, que ha dejado su trabajo. Ambos llegan como huéspedes a una casa que debería ofrecerles relax y tranquilidad y que, sin embargo, les provoca una cierta inquietud a medida que una serie de ... [+]
26 de septiembre de 2017
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El film es uno de los más contenidos del director franco-polaco acostumbrado a dar tintes de histericia en sus obras, (se reconoce uno de ellos en el momento en que aparece la señora Bolita de la novela en un ataque nocturno blandiendo el hacha). Si bien la gestualidad, mímica, teatralidad (aunque este término no sea grato al cine, no puede desdeñarse el hecho de que los actores hayan sido escogidos del teatro en su mayoría) concuerdan con lo requerido por el texto. Se puede constatar, pues, que excepto algunos detalles nimios (familia que los acoge es portuguesa y no polaca, ellos vienen de París, no están en Zakopane, los paisajes tienen mar y costa en vez de montaña y ríos, León no usa sus famosos pinze-nez, Katasia se llama Catherette, Fuks es homosexual y coquetea con el amigo que los acoge en la excursión final, porque en vez de ser tres parejas de luna de miel son solo dos y no menciona a su jefe el señor Drozdowski que aparece tan mentado en Cosmos) la película es extremadamente fiel a la novela original. Andrzej Zulawski rellena la obra de muchísimas referencias: aparece una y otra vez Sartre como autor que comentan, La Náusea como obra en particular, el protagonista, Gombrowicz, cuenta a su compañero Fuks el Rojo y Negro de Stendhal, recita a Dante, se menciona la película Théorème de Pasolini en más de una ocasión, Lena dice La nuit transfigurée, haciendo alusión a Schönberg (por su contenido, también, ya que se enuncia en el momento de revelación del bosque), sin contar con las indagaciones de Fuks en torno a la obra de Los hechizados del mismo Gombrowicz, o un gusano en el desayuno que nos hace recordar a aquel otro gusano de Pornografía; o las admiraciones que profesan León y Witold hacia la actriz francesa Marina Vlady. Todas estas referencias y sus equivalentes en imágenes otorgan una atmósfera que hace de la película una delicia para deshilvanar, como deshilvanan las pistas los protagonistas de la historia. Se notan varias subtramas que están muy bien definidas en imágenes y que son poderosas gracias a ellas (en la novela lo son por repetición): la palabra indecible como medio de generar cosmos. La potencia/impotencia del lenguaje. Todo va de bocas, excesos de bocas, bocas contrapuestas, labio deforme de la sirvienta, dedos en bocas de muertos, Witold hablando como el pato Donald, León con su tirirí y su berg, las mentiras, Lena profesora de lenguas, la recitación en voz alta. Está también la subtrama (o subcadena simbólica) de lo puntiagudo: imagen de aguja en poster de Cristo, paraguas clavado en medio de la noche, báculo de León, rastrillo erguido, flechas en paredes, etc. Y la subtrama o cadena simbólica de lo colgado en progresión: gorrión-gato-Ludwik.
Al ver esta película uno se plantea si son los símbolos susceptibles de ser captados por cualquier espectador que no ha leído la novela. En ella quedan muy patentes al funcionar el mecanismo de la comentada repetición, pero con las imágenes es fácil dar algunas por perdidas en medio de la sutileza, ya que se nos muestra todo un cuadro en conjunto y es un trabajo más delicado notar dónde yace el símbolo. Por ejemplo con el caso de la tetera. La tetera es un símbolo ampliamente comentado en la novela y el texto lo recalca una y otra vez. En imágenes tenemos que ser muy puntillosos si distinguimos la tetera en la mano de Ludwik cuando Witold los espía por la ventana. Witold ahí no menciona en voz alta que la tetera sea el símbolo del exceso. Tampoco se comenta nada cuando Lena la coge en otra escena de la película. Sin embargo está ahí, en las imágenes. Tenemos que pensar que en un film el juego es mucho más rebuscado para poder ser descifrado si no conocemos los códigos y que es fácil que los símbolos pasen desapercibidos.
Los colores, el agua (el final del Cosmos de Gombrowicz hace hincapié en este elemento), los parajes rocosos, las escenas de la casa campestre, la elección de los actores, el guión, es una obra que en conjunto no desdice a Gombrowicz, sino que lo potencia. Saber encontrarlo y disfrutar de la película es inevitable para cualquier seguidor del autor polaco. El protagonista es muy creíble en su papel del escritor, expresa con los ojos más de lo que dice, sus golpes en el pecho y sus exhaltaciones son verosímiles por su porte de delgadez y androginia que nos llega a transmitir que se consume por dentro cuando se encoge. El acercamiento temporal también es verosímil y las bellezas de sus actores no son accidentales... Al actor que hace de Ludwik se le conoce en la prensa francesa como un Tadzio treintañero y además de actor es modelo de pasarela. La actriz portuguesa que hace de Lena es creíble en su papel de aspirante a actriz y cómplice del protagonista. León cumple nuestras expectativas al representar a un señor que es como lo imaginamos por la novela. Su compañera, la señora Bolita de la ficción, tiene ataques en los que queda congelada en el momento. Puede que algunos de estos rasgos acentúen cierto carácter surrealista que los críticos pueden ver en un film como éste, donde el director ha creado una atmósfera en el que todos van a gran velocidad y las palabras se atropellan unas a otras.
Continúo la crítica en spoiler
Al ver esta película uno se plantea si son los símbolos susceptibles de ser captados por cualquier espectador que no ha leído la novela. En ella quedan muy patentes al funcionar el mecanismo de la comentada repetición, pero con las imágenes es fácil dar algunas por perdidas en medio de la sutileza, ya que se nos muestra todo un cuadro en conjunto y es un trabajo más delicado notar dónde yace el símbolo. Por ejemplo con el caso de la tetera. La tetera es un símbolo ampliamente comentado en la novela y el texto lo recalca una y otra vez. En imágenes tenemos que ser muy puntillosos si distinguimos la tetera en la mano de Ludwik cuando Witold los espía por la ventana. Witold ahí no menciona en voz alta que la tetera sea el símbolo del exceso. Tampoco se comenta nada cuando Lena la coge en otra escena de la película. Sin embargo está ahí, en las imágenes. Tenemos que pensar que en un film el juego es mucho más rebuscado para poder ser descifrado si no conocemos los códigos y que es fácil que los símbolos pasen desapercibidos.
Los colores, el agua (el final del Cosmos de Gombrowicz hace hincapié en este elemento), los parajes rocosos, las escenas de la casa campestre, la elección de los actores, el guión, es una obra que en conjunto no desdice a Gombrowicz, sino que lo potencia. Saber encontrarlo y disfrutar de la película es inevitable para cualquier seguidor del autor polaco. El protagonista es muy creíble en su papel del escritor, expresa con los ojos más de lo que dice, sus golpes en el pecho y sus exhaltaciones son verosímiles por su porte de delgadez y androginia que nos llega a transmitir que se consume por dentro cuando se encoge. El acercamiento temporal también es verosímil y las bellezas de sus actores no son accidentales... Al actor que hace de Ludwik se le conoce en la prensa francesa como un Tadzio treintañero y además de actor es modelo de pasarela. La actriz portuguesa que hace de Lena es creíble en su papel de aspirante a actriz y cómplice del protagonista. León cumple nuestras expectativas al representar a un señor que es como lo imaginamos por la novela. Su compañera, la señora Bolita de la ficción, tiene ataques en los que queda congelada en el momento. Puede que algunos de estos rasgos acentúen cierto carácter surrealista que los críticos pueden ver en un film como éste, donde el director ha creado una atmósfera en el que todos van a gran velocidad y las palabras se atropellan unas a otras.
Continúo la crítica en spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Pero Zulawski va más allá en el juego de símbolos, e integra otros más de forma que no altera el conjunto, se vuelve gombrowicziano y utiliza los colores de lo visual a su favor. Es aporte suyo el juego del rojo, paralelismo de los labios pintados de Lena, haciendo que Witold se pinte las uñas de rojo también, uniéndolos en lo macabro (si ella se pinta los labios cuando su gato muere, es una osadía). El traje de Tintin del amigo desposado también es un aporte y funciona como otro símbolo. Se puede decir que la película mezcla datos de la novela y aportes zulawskianos indistinta y coherentemente de modo que un espectador neófito no distinguiría unos de otros. Tal es así que al final de la película vemos unas bifurcaciones que no aparecen en la novela original, pero que se integra armoniosamente con todo el metraje: la tensión sexual entre los amigos, y el final con o sin Lena. Nada de esto aparece en la novela, como tampoco la explicación del por qué se llama Witold el protagonista, por Gombrowicz “como el escritor que no sabía cómo acabar sus historias ni el significado que había en ellas”; así, se aparta de la novela Cosmos para crear la película Cosmos, independiente y fiel a la vez, un Cosmos de propia cosmogonía (con el verde musgo aquí y allá) pero salpicado de ese otro Cosmos que Gombrowicz anegaba al final de la novela “diluvio, qué manera de caer agua, torrentes, cascadas, lagos, cómo llovía, ríos, lagos, mares, torrentes, cascadas, lagos, ríos, mares, torrentes de agua...”. Hasta la línea final de la novela dispuesta en letras en el film a manera de broche: “Hoy en el almuerzo comimos pollo relleno”.
Gombrowicz se consideraba a sí mismo un autor adecuado para el cine, dijo “quizá mejor que para el teatro, puesto que el cine dispone de medios de expresión más amplios” y añadía que siendo un individualista no lo haría él mismo, ya que el cine implica un trabajo colectivo. Consideraba que podían resultar buenas películas dentro del género “alucinante”. A pesar de ello los directores siempre han visto con reserva adaptar las novelas de Gombrowicz porque representaba una empresa bastante arriesgada para ellos, pero podemos ver que el autor no hablaba en balde cuando lo predijo.
Gombrowicz se consideraba a sí mismo un autor adecuado para el cine, dijo “quizá mejor que para el teatro, puesto que el cine dispone de medios de expresión más amplios” y añadía que siendo un individualista no lo haría él mismo, ya que el cine implica un trabajo colectivo. Consideraba que podían resultar buenas películas dentro del género “alucinante”. A pesar de ello los directores siempre han visto con reserva adaptar las novelas de Gombrowicz porque representaba una empresa bastante arriesgada para ellos, pero podemos ver que el autor no hablaba en balde cuando lo predijo.