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Voto de Cine Piloto:
5
Thriller El día que Ángel habló con Estrella en aquella discoteca, su vida cambió para siempre. Tras una pelea con Poli, el posesivo novio de la chica, éste le anima a unirse a su banda de atracadores de Madrid. Ángel comienza a escalar rápidamente en una pirámide de atracos, dinero negro, negocios turbios y abogados corruptos que le llevarán a ser acorralado por Duque, un incansable detective. Desoyendo los consejos de su gente, Ángel se ... [+]
21 de diciembre de 2020
39 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
No todo es malo en esta producción aunque el lector pueda imaginárselo. Pero sí es verdad que no tiene nada fuera de lo normal, y estamos “obligados” a decir por qué lo vemos diferente al resto. Daniel Calparsoro ha traído a este final de año una película que expone el cine quinqui en su versión más moderna y la exhibe a través de un guion rápido. Rapidísimo tal vez. Y, quizá, se ha pecado de un excesivo niñaterío que deja a un lado la vena más canalla de la cinta.

Narra la historia de Angelito (Miguel Herrán), un chico que vive en los barrios bajos de Madrid y que anhela llegar a las oficinas más altas de los imponentes rascacielos de la capital. Para ello, se verá inmerso en numerosos actos de violencia y robos para alcanzar lo más rápido posible su objetivo. El desencadenante será una pelea de “gallitos” en una discoteca por la chica guapa del barrio, Estrella (Carolina Yuste). Una trama fortísima, sí.

Que el cine quinqui sea el reflejo de la vida en los suburbios, de la necesidad de subir en la escala social y de básicos dramas amorosos, no es excusa para idolatrar una película que no pasa de ser una buena opción para un domingo por la tarde. La obra peca a la hora de interpretar a un espectador con pocas exigencias, plano y conformista.

Se desarrolla una trama trillada que se salva por unas escenas de acción muy bien resueltas. Dinamismo y tensión están presentes en estas secuencias llenas de vandalismo a las que se les acompaña de una banda sonora trepidante y que te atrapa. Posiblemente, esto sea el gran artífice de que al final te entretengas viendo la película. Porque tampoco es que sea un tostón; ir al cine y que te mantengas interesado durante todo el visionado no es baladí.

En esto tiene gran parte de culpa Carolina Yuste. La actriz está a un nivel bastante notable plasmando el orgullo “choni” que representa su personaje. Consigue que soportemos las insoportables escenas de amor quinceañero que tan frecuentes son, y muchas veces solamente con sus gestos y ligeras muecas. Demuestra una garra natural (más acorde a la personalidad que quieren transmitir con Estrella) que la que se ve con Angelito, sus compañeros y sus enemigos, la cual se basa en ver quién la tiene más grande.

En cambio, vemos a un Miguel Herrán que no despierta emociones. Suele ocurrir una tendencia a sobrevalorar la actuación de un actor solo por el hecho de que en otra producción (como La Casa de Papel) ha tenido buena acogida. Angelito no impone, es titubeante y en un intento de controlar la rabia que tiene dentro pretende hacer ver que es el capo de la ciudad y lo tiene todo bajo control. Pero, en realidad, es manipulable e inocente. Y lo hace notar en cada traspiés que se le presenta en su vida de delincuente.

Por otro lado, la película comete una falta de respeto de consideración a un actor de la talla como Luis Tosar. Aparte de pertenecer a una producción que se le queda pequeña, utilizan su figura y su caché para ponerlo como uno de los cabezas de cartel en una estrategia puramente marketera. No solo no tiene la importancia que parecía que podría tener siendo el jefe de todo el cotarro, sino que su personaje es residual. Su presencia en la cinta se limita a tres frases mal contadas y desaprovechan a un actor que podría haberle otorgado mucha seriedad al filme.

Existe también un aspecto que a lo mejor no se tiene mucho en cuenta pero no por ello deja de ser importante. En esta ocasión Calparsoro decide dar la oportunidad a artistas como Ayax, Dollar Selmouni o Jarfaiter. Raperos que defienden en su cotidianeidad este ADN que el cine quinqui expone. Esto puede ser una apuesta valiente y que puede quedar bien resuelta. De hecho, no lo hacen mal. Ayax, por su parte, “no actúa”, hace de él en sí mismo; Dollar, tres cuartos de lo mismo. Son figuras que encajan, que funcionan. Sin embargo, en muchas ocasiones quedan escenas frías, lineales o predecibles, fruto de la inexperiencia. Y esto es normal, no se le puede pedir peras al olmo.

Lo que sí se puede pedir es que se tengan en cuenta a todos esos profesionales de las escuelas de artes dramáticas, de caracterización, o de escuelas de cine que siguen escondidos en sus búnkeres que impiden que su talento explote. La industria cultural y cineasta en el panorama español está muy limitada, precaria incluso, salvo para las cuatro vacas sagradas que aparecen en todos los sitios. Este intrusismo laboral perjudica enormemente a todas estas carreras profesionales por emerger en una época en la que hay más para elegir que nunca.

Como ya se ha dicho antes, debemos dar las gracias al ritmo rápido y enérgico. El exceso de ese amor adolescente y tóxico propio de un muchacho en su revoltosa pubertad es contrarrestado con la acción en cada uno de los golpes delictivos. Y, aun así, siendo el punto más atractivo de la película, se aprecian enormes saltos temporales que, de no ser una historia predecible, dejaría “a cuadros” al público.

Hasta el cielo es cumplidora. Entretiene. Tiene lo que necesita para que no te quedes dormido: acción, amor y una trama sencilla. Posiblemente destaque más por ser de las pocas producciones nacionales que se ha creado en este año tan difícil. Pero, por favor, no endiosemos algo por la mera corriente popular.
Cine Piloto
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