El sarcasmo del abogado no tiene limites, a veces resulta muy gracioso y otras no tanto, rozando un machismo de lo más vulgar. Cómo cuando por ejemplo, le dice a su enfermera que si el fuera mujer, la azotaría o cuando su enfermera insiste en que descanse durmiendo la siesta y este la contesta: que vaya durmiendo ella, que luego seguiría el.
Lo mejor puede que sea el final, bastante inesperado pero muy acertado, pero que no voy a desengranar para aquellos que no la hayan visto aun.
Hay una escena que me encanta por su enorme comicidad: se produce cuando la enfermera baja por las escaleras del despacho de abogados, montada en una especie de escalera mecánica y portando una aguja hipodérmica para inyectársela a Sir Wilfrid. Pero el muy zorro, sé la arrebata y se la inyecta en el cigarro que se estaba fumando, saliendo airoso de esta surrealista situación.
También me gusta sobre maneras,una de las reflexiones que elabora el sarcástico abogado al final del juicio. Y es la siguiente:
<<Hemos vencido la horca, pero la piel del plátano sigue encima del pie de alguien>>.