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España España · Pilar de la Horadada
Voto de Álvaro:
8
Drama Una niña de 6 años y sus amigos pasan el verano en un pequeño motel muy próximo a Disneyworld, mientras sus padres y el resto de adultos que les rodean sufren aún los efectos de la crisis. (FILMAFFINITY)

24 de febrero de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entre 2017 y 2018 parece que la infancia ha sido uno de los temas centrales en la mente de algunos directores. El año pasado mismamente vimos la aclamada cinta de Carla Simón, Estiu 1993, que entre otros premios se ha llevado el Goya a mejor dirección novel y mejor película dramática en los premios Feroz. Hace poco salió a la luz The Florida Project, una película independiente de Sean Baker que trata el tema de la infancia con un toque diferente, más propio del cine independiente americano. Esta última es un ejercicio prodigioso de cómo conjugar la visión de una sociedad desfavorecida con la de la inocencia propia de la infancia, y que da como resultado una obra que no entiendo como solo tiene una nominación a los Oscars.

The Florida Project tiene su escenario en las inmediaciones de Disney World, en unos moteles que una vez funcionaron como parte de un proyecto de residencia a los turistas, pero que se han transformado en el hogar de familias desfavorecidas por la sociedad. El ambiente es casi desértico y parece sacado de Fallout. En todo esto se nos muestra cómo viven los diferentes personajes. Desde un impresionante personaje interpretado por Willem Dafoe como gerente del motel a una Bria Vinaite magnífica. Pero los auténticos protagonistas son los niños.

La película enseña a la perfección cómo es un verano en la vida de un niño, es decir, cómo en este momento de la vida sobre todo, los niños se desvinculan de las preocupaciones de los mayores. Moonee (Brooklynn Prince) y su pandilla se mueven por todos los escenarios como si estuvieran en una tierra de ensueño, en esas mágicas fantasías creadas por los juegos infantiles que les sacan de la realidad. De hecho, los escenarios son estructuras abandonadas pero, en palabras del propio Sean Baker, son coloridos y alegres, una contradicción con lo que en realidad representan, y parecen vistos desde los ojos de un niño. El director conjuga a la perfección los planos generales y fijos para mostrarnos a primera vista como son esos escenarios, seguido de planos secuencia capitaneados por la protagonista, en los que vemos a la pandilla interactuar con el desolado entorno. En realidad, los escenarios cercanos a Disney World sí que mantienen esta estética colorida en la vida real, solo que en la película se da mucha más importancia a estos tonos vivos.

La naturalidad con la que los niños actúan (sobre todo cuando no interactúan con adultos) es apabullante. Es como si Sean Baker hubiese puesto una cámara delante de estos y les dejase improvisar. Además, las situaciones en las que podemos ver la auténtica cara del problema que sucede en estos lugares es también de un natural que asusta. Toda esta naturalidad se acentúa con la ausencia de música extradiegética en la gran mayoría de la obra.

Pero The Florida Project no olvida su cometido. Que la película esté protagonizada por niños no hace que no veamos a sus otros claros protagonistas: los problemas sociales. Baker nos enseña la otra cara del capitalismo, los sueños rotos, lo que pudo ser y no ha sido; la supervivencia de las familias desfavorecidas. Esto se ejemplifica en la figura de la madre de Moonee, por ejemplo, la cual intenta salir adelante como sea, aunque tampoco se muestra muy preocupada. No vemos un dramatismo extremo, sino que vemos facetas muy típicas de cómo sería esta situación en la vida real. Todo esto lo vemos desde el punto de vista de Moonee, pero también desde el nuestro, es decir, observamos aspectos que esta no percibe (o no quiere hacerlo).

En definitiva, The Florida Project nos muestra cómo se puede conjugar la inocencia con situaciones de auténtica miseria, de cómo la infancia (y sobre todo los veranos ya puestos) es el momento de la vida en el que la imaginación corre a velocidades vertiginosas a pesar de vivir en un entorno que no ayuda. A como un niño cuando se da cuenta de que está viviendo una situación extrema necesita refugiarse en un mundo de fantasía para escapar de la realidad y ser feliz.
Crítica de: https://horneandocultura.wordpress.com/
Álvaro
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