Sentarte en una sala y poder admirar la vida, con imágenes propias de una perfección casi reveladora, es emocionante, imágenes sin guión que consiguen contener la narrativa del mismo,una película que nos enseña por fin algo diferente a todo lo que normalmente nos cuentan, otra visión, otra forma de hacer las cosas.
Donde se forjo todo, donde se forja todo: la infancia, todo lo que luego nos repercute haciendo eco en el resto de nuestra existencia.
No creo que se merezca una critica ni una nota, si no un agradecimiento por recordarnos que el cine también puede enseñarte a ti mismo y estremecerte al unísono.