Esta es la primera película de los Coen, y qué película. Una buena manera de coger el género negro y hacer con él otra cosa. Está ya todo lo que luego aparecerá en el resto de su obra: el humor negro, la sordidez sin complejos, la belleza de los planos, y esa manera de contar, pausada, a veces o trepidante otras. Están las transiciones entre una escena y otra, usando la música como nexo, o un objeto inanimado. Está esa cámara subjetiva, que enseña el techo para hablarnos del estado mental del personaje. O esos bajos de un lavabo en plano detalle, última visión de un moribundo. El argumento es bodevilesco a veces, y otras toca casi lo filosófico. Las escenas son violentas hasta la nausea, pero también cómicas de puro macabras. Todo es un tanto excesivo. Como la vida misma, pueden decirme algunos. Es posible, cosas más raras han pasado. Luego están los detalles, esos objetos fetiche: la pistolita de la chica, el mechero del asesino, el ventilador que es como un dios omnipresente, las llamaradas infernales del incinerador. Se aprecian homenajes al género gótico, léase "Las diabólias", con ese cadáver que no se sabe muy bien si lo es o no. Hay de todo un poco, y mucha belleza formal, desde esas primeras escenas en el coche, con las luces fantasmales y la lluvia fuera, y dentro la calma como de útero materno antes de la vorágine. Son películas en que uno, acaba de verlas y le dan ganas de empezar otra vez desde el principio.