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España España · Santander
Voto de burton:
9
Western A principios del siglo XX, John McCabe, un hombre con un misterioso pasado, llega a Presbyterian Church, frío y solitario pueblo del Noroeste de Estados Unidos. Allí monta el primer prostíbulo de la ciudad, que consiste en una serie de viejas tiendas de campaña. Tiempo después, Constance Miller, madame del burdel, una inteligente mujer con mucho mundo, transforma el negocio de McCabe, en uno de los más famosos y prósperos de toda la región. (FILMAFFINITY) [+]
16 de junio de 2006
11 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Robert Altman es uno de esos directores que acumula en su filmografía algunas de las mejores películas en la historia del cine, y desde luego ésta es una de ellas.

Basándose en la obra epónima de Edmund Naughton, realiza este fenomenal western, sobredimensionado con cada nuevo visionado de la cinta.

Con una brillante fotografía de tonos lánguidamente brumosos por acción y efecto del flash de la cámara del maestro Vilmos Zsigmond, nos narra la historia transcurrida en Presbyterian Church, un pueblo en la margen noroeste de la costa americana en la frontera de Washington con Canadá, dedicado al difícil mundo de la mina, y todo al ritmo de la extraordinaria banda sonora de Leonard Cohen que confiere al conjunto un tono lírico-poético difícilmente olvidable.

John McCabe "Gordo" (Warren Beatty) llega al pueblo para erigirse como el defensor del pequeño empresario a comienzos del siglo XX, dentro del contexto del incipiente sistema capitalista, donde las grandes empresas comenzaban ya a fagocitar a las pequeñas en formas de trusts y monopolios.

Para ello contará como socia "a la única mujer a la que ha amado en su vida" , la áspera meretriz Constance Miller (Julie Christie), quien hará a su vez la funciones de madame del burdel que juntos, McCabe y ella, fundarán (el "Beardpaw" dentro de su conglomerado mercantil "Houses Of Fortune", dedicado a sí mismo al mundo del juego y el ocio).

Pero como dije antes, las grandes firmas intentarán disuadirles a través del chantaje y la extorsión que vendan su negocio por pírricos beneficios a las grandes firmas caciquiles implantadas mucho antes de la llegada de McCabe y Miller.

Como único pero, debo señalar el irregular tono narrativo, lleno de baches rítmicos, así también como la brusca descripción de los personajes.

Así por ejemplo el espectador se entera de sopetón, de que McCabe es un perdedor, a pesar de su halo misterioso de lo contrario, y además perdidamente enamorado de la señora Miller: "....soy tan perdedor, que incluso la mujer a la que más que he querido es una zurcia...".

En mitad de ello, y como leve restallido de un eco retardado, aún flamea en nuestra memoria las inolvidables escenas de Miller comiendo huevos fritos con estofado de carne, mientras McCabe sorbe constantemente vasos de huevos frescos colapsando su estómago con pesadas flatulencias.

Una fotografía magistral, y un ritmo cada vez más trepidante a pesar del tono irregular del mismo, así como una inolvidable banda sonora a través de las hermosas canciones del maestro Leonard Cohen, perfecta y sutilmente hilvanadas, encajadas y traídas al caso.

Absolutamente recomendable, aunque sólo sea por ver una hermosa fotografía con lejanas reminiscencias Kubrickianas.
burton
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