Neil Marshall debutó en la dirección, hace ahora 20 años, con este brutal y sangriento 'Predator' licántropo que es ‘Dog Soldiers’. Como si de un Expediente X se tratara, el prólogo del filme arranca con una enamorada pareja, que, acampando en los bosques de Escocia, es súbitamente atacada por un oculto sujeto que, con extrema violencia y mediante zarpazos, mata a ambos. Es a partir de entonces, cuando la acción se traslada a Gales, en plenas maniobras militares del ejército británico y en concreto de un pelotón de malhumorados soldados, que no entienden su cometido allí, perdidos en el bosque, y además en día de partido (se juega un Inglaterra – Alemania de fútbol). Este grupo de sensibles e intelectuales hombres, tras mantener una animada charla sobre el último libro que han leído (nótese la ironía), no tardarán en descubrir que la muerte acecha y que unas criaturas de fuerza e inteligencia extraordinarias están con hambre de humano.

Marshall maneja los códigos del género de forma soberbia, jugando con distintos elementos que conjugan en un todo verdaderamente impactante. El filme transita hábilmente por el terror inducido por lo desconocido, aquello que no se ve, pero lo hace igualmente cuando la función se convierte en una batalla gore, ya con cazador y presa al descubierto. Al igual que hacía John McTiernan en su ‘Depredador’, Marshall expone a su variopinto grupo de soldados a una atmósfera que, haciendo uso de la visión subjetiva del cazador (en este caso los hombres-lobo) y ocultando parcialmente la apariencia del licántropo, es altamente efectiva e inmersiva. ‘Dog Soldiers’ no tiene altibajos en su camino, es un crescendo continuo en todos los sentidos que no tarda en derramar sangre y llevar a los protagonistas a una granja que será el fuerte que deba resistir el brutal asedio de las bestias. Aquí es donde Marshall realmente se gana los galones, con unos lobos muy creíbles y aterradores, se notan los años que han pasado desde el clásico de Joe Dante, y que además se mueven con una agilidad y rapidez que contribuyen al caos y pavor transmitido por los protagonistas. Probablemente sea aquí donde se encuentren algunos de los mejores momentos del subgénero, con una matanza que deja más de una muerte escalofriante para el recuerdo. Antes mencionaba al maestro Joe Dante y su ‘Aullidos’ y aunque ambos hablen de hombres lobo, las propuestas difieren considerablemente. Mientras que Dante proponía una historia de mayor complejidad emocional, además de la revolución que significaba su filme, Marshall va más al grano. Es un survival en toda regla, en la que cada vez quedan menos y lo que importa aquí no es quien muere sino como mueren. Por suerte, nada en ese aspecto defrauda, con un surtido de muertes bien planteadas y ejecutadas. Tampoco lo hace en los momentos de calma entre sangre y sangre, las actuaciones e incluso los diálogos son sorprendentemente aceptables. Hay que destacar el elenco, encabezado por el televisivo Kevin McKidd; aquí ya entrenando para matar en la ‘Roma’ de HBO y posteriormente curar y ligar en ‘Anatomía de Grey’, a Sean Pertwee; como ese duro, pero simpático sargento y a Liam Cunningham; aquí jugando al despiste con sus intenciones, cosa que luego le vendría bien en sus numerosas temporadas de Juego de Tronos. Con este sólido reparto y un ritmo que no cesa, Marshall se puede permitir licencias varias en lo que a coherencia se refiere, porque es consciente que nos impacta lo que vemos y que estamos tanto o más asustados que los propios protagonistas.

Cumplidos 20 años de su estreno, ‘Dog Soldiers’, aguanta el paso del tiempo con soltura y por fortuna o por desgracia es a día de hoy uno de los últimos mejores trabajos cinematográficos con hombres-lobo implicados. Va siendo hora de que otro Dante o Marshall, aparezca y le dé una nueva vida al universo licántropo.