Érase un aficionadillo al cine (vamos, un palomitero) al que le prestaron esta preciosidad de película, la vió (y la volvió a ver, y la volvió a ver,....), descubrió la Nouvelle Vague y se enamoró de la vitalidad y frescura que desprendían Jean Paul Belmondo y Jean Seberg. (Posteriormente vendrían Michel Piccoli, Anna Karina, Jean-Pierre Léaud,...).
Desde entonces ese aficionadillo se empezó a interesar por el buen cine y sobre todo, por las tendencias que generó esta "nueva ola" del cine francés, reflejadas en infinidad de filmes posteriores.

En resumen, es un film recomendable al 100% para los "no iniciados" en el cine de verdad a los que abrirá las puertas a otro tipo de cine que no sea el de palomitas y gran superficie.

Gracias por sacarme del rebaño Jean-Luc.