Curiosamente, una premisa de ciencia ficción da lugar a una serie —en contra de lo esperable en una época en que parece haber necesidad de continuos giros de guion, muertes y traiciones— cuyo centro de gravedad recae en las relaciones humanas, en el tratamiento de problemas sociales de actualidad y en momentos de embelesamiento ante la Belleza frente a los que el espectador queda irremediablemente obnubilado.

No es, sin embargo, ninguna obra maestra. Tiene algunas escenas excesivas que, debiendo (a mi entender) ser serias y transmitir sensación de peligro real, acaban siendo básicamente tarantinescas (hola, Wolfgang y Sun). Tiene algunos diálogos de un coelhismo algo indigesto ("la imposibilidad esta a un beso de la realidad". Oh.). Pero no puedo más que sentir un gran cariño por una serie que se atreve a ser lenta, a postergar la épica esperable para ahondar en el drama y la anécdota cotidianos, a tratar el sexo con suma naturalidad, a retratar la intolerancia. Qué decir, además, de esas escenas de canción entera en las que los personajes sencilla y calladamente confluyen en la contemplación de algo bello: unos fuegos artificiales, una melodía de piano... Las sensaciones que transmiten estas escenas son valiosas.

Sobre el concepto ciencia-ficcional que da nombre a la serie no diré gran cosa. Es una idea en bastante simple en la que, por ahora, no se ha ahondado demasiado. Resulta atractiva, pero no es la principal fuente de interés de la serie. El apartado visual es, por último, tremendo: variado, bien grabado y deleitoso. La banda sonora, diversa y bien escogida. ¿Los actores? Ninguno que no sea comestible.