Inquietante debut del director Dan Gilroy e impactante interpretación de Jake Gyllenhaal.

Es una película cuya atmósfera me recuerda un poco a "Drive": De noche, en Los Ángeles, el interior de un coche, persecuciones por las calles... Lou Bloom (interpretado por un inquietante Gyllenhaal), buscador empedernido de un trabajo que le saque del atolladero en el que está metido, es un personaje que despierta cierto recelo por su manera de actuar y de razonar. El caso es que se mete de lleno en el mundo de los crímenes, cámara en mano, y encuentra una forma de vida frenética, entregada y arriesgada.

Es una película impregnada de cierto halo de rareza, cierta frialdad y tristeza, debido en gran parte a su protagonista, un hombre extraño. Te sumerge en un mundo extremadamente duro y desangelado, de imágenes impactantes, y que puede verse tanto como una crítica al sensacionalismo más zafio o como el retrato de un ser humano, sin escrúpulos, que trata de dar un sentido a su vida, valiéndose de unas "cualidades" recién adquiridas que tienen como objetivo regodearse en el dolor y el sufrimiento ajeno.

Es una película notable, inquietante, muy impactante tanto por lo que cuenta como por lo que muestra. Va en ritmo ascendente hacia un final brillante y coherente con lo dicho con anterioridad. Jake Gyllenhall vuelve a demostrar que es un gran actor y borda este papel tan complejo. A su lado, son meritorias las interpretaciones de Rene Russo, miembro de la productora de las noticias de la madrugada, una mujer sin escrúpulos, y especialmente Riz Ahmed como el trabajador en prácticas que ayuda a Lou en su frenético trabajo. Un muchacho sencillo y entregado que empieza a ver cómo es su jefe en realidad.

Una buena propuesta que no se disfruta en absoluto, produce cierto desasosiego, pero atrapa por ser una ventana para asomarse, con la distancia de la pantalla, a un mundo sórdido y a un personaje decididamente maquiavélico.