Haz click aquí para copiar la URL
España España · Barcelona
Voto de Sémele:
8
Drama Lee Chandler (Casey Affleck) es un solitario encargado de mantenimiento de edificios de Boston que se ve obligado a regresar a su pequeño pueblo natal tras enterarse de que su hermano Joe ha fallecido. Allí se encuentra con su sobrino de 16 años, del que tendrá que hacerse cargo. De pronto, Lee se verá obligado a enfrentarse a un pasado trágico que le llevó a separarse de su esposa Randi (Michelle Williams) y de la comunidad en la que nació y creció. (FILMAFFINITY) [+]
28 de febrero de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Manchester frente al mar" es de esa clase de películas que cuesta mucho recomendar, y no precisamente porqué no tenga calidad cinematográfica, que la tiene, sino porque es un DRAMA en mayúsculas que te deja mal cuerpo y con la sensación de estar viendo algo muy doloroso que dejará mella.

Dicho esto: "Manchester..." es una notable película. El director y guionista, Kenneth Lonergan ("Puedes contar conmigo"), se pone manos a la obra con esta dramática historia que empiezo por definir como una película de actores. Son los actores los dueños y señores de esta cinta; es suya de principio a fin. Y desde ya, me quito el sombrero delante de Casey Affleck y Michelle Williams, que comparten una de las escenas más demoledoras e inolvidables que se han visto en pantalla desde hace tiempo.

Pero vayamos por partes...

El libreto de Lonergan está ideado para que estos extraordinarios actores, añadiría también al joven Lucas Hedges y a Kyle Chandler, se pongan al servicio de una historia de gente corriente, en un lugar de postal, a la que le pasa cosas, y algunas de ellas no muy positivas. El personaje central, Lee Chandler (Casey Affleck), es un conserje que se ocupa del mantenimiento de cuatro edificios en Boston y que se ve obligado a regresar a casa, a su pueblo natal, debido a un trágico suceso. A partir de ahí, deberá estrechar lazos con su sobrino de 16 años.

Con un ritmo pausado, casi ralentizado, asistimos al devenir de estos personajes. Jugando con mucha destreza con los tiempos pasados y presentes, el director nos propone una mirada entre desangelada (propiciada además por ese ambiente invernal) e imparcial sobre este ser taciturno y solitario, con el que es algo difícil empatizar, al menos al principio, pero por el que no puedes dejar de sentir cierta curiosidad. Los acontecimientos se van sucediendo con calma, siempre desde lo cotidiano y identificable, con un componente humano (aquellos hechos que no nos gustaría afrontar en la vida aunque, tarde o temprano, acaban por llegar), y así vamos dándonos cuenta de la transcendencia de esa sencillez.

Casey Affleck hace gala de un laconismo y de una contención brutales. Su rostro, casi inexpresivo, me hizo dudar de su capacidad interpretativa. Para mí, su personaje es de los más difíciles de interpretar, porque, con diálogos más bien escuetos, con apenas permitirse un poco de expresividad, tiene que mostrar todo lo que lleva ese personaje dentro. Entiendo que sea un reto para un actor porque requiere no solo talento, sino mucha valentía. Affleck, lo borda. Y me di cuenta en la susodicha escena que comparte con Michelle Williams. Ahí sí me convenció de que su interpretación merecía el Oscar que recibió ayer. Ahí intuí ese principio de desmoronamiento, esa rotura inesperada de su coraza de hierro, que da sentido a su interpretación tan comedida.

No menos extraordinaria está Michelle Williams, que compone un personaje muy breve, pero que viene cargado de grandes dosis de generosidad, vulnerabilidad y entereza; es casi imposible no sentirse conmovido/a en ese momento clave, en el que descubrimos que la historia ha sido trenzada, y bien trenzada, para acabar desembocando en ese punto culminante, cuando asistimos acongojados no solo a la verdad de todo, sino al dolor y a la impotencia que trae consigo esa verdad trágica. Hay dos opciones, parece decirnos Lonergan: O la asumimos y seguimos adelante medio rotos o no nos enrocamos y sufrimos para siempre. Y ahí está la clave de todo. La imposibilidad de hallar consuelo, de curar las viejas heridas, de encontrar la paz, de perdonarse a uno mismo... todo se pone en evidencia y es tan grande, tan insoportable, que acabamos comprendiendo el alcance de esta historia tan singular, tan humana.

El personaje de Lucas Hedges, sobrino de Lee, es su contrapunto. Ambos mantienen una relación entre simpática y complicada. Ellos chocan continuamente, entre situaciones que te hacen esbozar una sonrisa y otras que te emocionan. La naturalidad del joven actor resulta muy creíble. Al igual que el personaje Kyle Chandler, hermano mayor de Lee, punto de apoyo del hermano pequeño en el pasado y punto de encuentro entre tío y sobrino ahora. Ambos, en una aportación más secundaria, son como la mirada del espectador que muchas veces no entiende a Lee, su manera de actuar...

Lo dicho: Una notable película, que se beneficia del trabajo de unos intérpretes extraordinarios, que me recordó en muchas ocasiones a "En la habitación" de Todd Field.

No es apta para todos los públicos, debido a su innegable dureza, pero vale la pena descubrir, más allá de que sea por momentos muy dolorosa.
Sémele
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow